Espíritu y Carisma

Las monjas carmelitas compartimos con toda la Familia Carmelita un único carisma común: el empeño de “vivir en obsequio de Jesucristo” en actitud contemplativa, que plasma y sostiene nuestra vida de oración, de fraternidad y de servicio, en íntima familiaridad con la Santísima Virgen y en la línea profética del Profeta Elías.

La monja carmelita tiene su identidad propia dentro de la Orden. Vive el carisma de una manera específica, de acuerdo con su estilo de vida contemplativo, cuya presencia continua es para la Iglesia un elemento enriquecedor dentro de la comunión eclesial. La Iglesia ha reconocido siempre este carácter distintivo de la vida de la monja contemplativa que no se limita solamente a algunos elementos jurídicos, sino que se manifiesta por medio de expresiones concretas como, la profesión de votos Solemnes, el rezo del Oficio Divino, la observancia de la clausura (o de la vida eremítica, en casos especiales y aprobados por la Orden y por la Santa Sede), el deseo de hacer presente a todo bautizado el profundo misterio de la Iglesia, la dimensión escatológica de la fe, la primacía de Dios, el carácter nupcial de la humanidad en unión con Cristo, y el arraigamiento de la vida religiosa en el misterio de amor trinitario. El énfasis lo pone en la contemplación, que constituye la base del carisma carmelita. Su forma de vida habitual es la de la vida contemplativa o de unión con Dios, como objetivo principal, de acuerdo con las normas actuales de la Iglesia relativas a las monjas de clausura.

Las monjas carmelitas viven el carácter eremítico de los orígenes de la Orden. Santa Teresa de Jesús dice: “Somos llamadas a la oración y contemplación, porque éste fue nuestro principio, de esta casta venimos, de aquellos santos Padres nuestros del Monte Carmelo, que en tan gran soledad y con tanto desprecio del mundo buscaban este tesoro, esta preciosa margarita de que hablamos”.

La Iglesia la existencia de diversas tradiciones y formas de clausura, según los diversos carismas y modos de vivir la misma. Las carmelitas de la primera época supieron conjugar los valores plasmados en la Regla con  los de la vida y espiritualidad claustral propia de su tiempo. Existió pues, sintonía y novedad, que cristalizó en un grupo nuevo en la Iglesia. El ideal evangélico, fraterno y apostólico, que está plasmado en la Regla, la espiritualidad propiamente carmelita que se ha ido fraguando durante el transcurso de los siglos, forman la médula de nuestra vida. Elementos que responden a la fuerza carismática de los primeros carmelitas, así como a su posterior desarrollo en Occidente, y finalmente a la admisión de mujeres a la  Orden en un proceso gradual de organización que se  verificó mediante la aprobación formal de la Iglesia en  1452, con la Bula Cum Nulla de Nicolás V. A la vez, muchos elementos constitutivos de la vida religiosa eremítico-cenobítica que se desarrollan durante el primer milenio de la era cristiana forman también parte esencial de nuestra vida: la lectio divina, la liturgia, la oración intensa, el trabajo, el estudio, las prácticas ascéticas tales como el silencio, la soledad, la guarda de los sentidos y el ayuno, así como las tradiciones de piedad y las costumbres comunitarias -todos los cuales fomentan el encuentro con Dios en cada faceta de la vida diaria- no solo tienen una dimensión externa que se va adecuando según los tiempos y circunstancias, sino que forman un todo coherente con la experiencia fundacional del Carmelo.


Históricamente, las monjas han sido instrumentos providenciales para profundizar en la comprensión del carácter distintivo del carisma carmelita, que es la contemplación. ¡La espiritualidad mariana y contemplativa de la Orden tiene exponentes ilustres, incluso expertos, entre las monjas carmelitas! Por otra parte, nosotras las monjas, tratamos de vivir sencillamente la dimensión interior, a ejemplo de María, la gran contemplativa. Intentamos siempre imitar y reflejar su pureza de corazón, su humildad, y su unión con Dios a través de la adoración y de la alabanza. (Ratio Institutionis Vita Carmelitanae monialium)