El Monasterio de Carmelitas

“Liberada la Tierra Santa, por los  CRUZADOS, un pequeño grupo de ellos se establecieron allí como Ermitaños en diversos lugares; impulsados por el amor hacia la TIERRA DE JESÚS: Se consagraron en ella  a Aquél que la había conquistado con la efusión de su SANGRE, para servirle con el hábito de religión y pobreza, permaneciendo en santa penitencia.”

A ejemplo e imitación del “solitario y santo varón, el profeta Elías, llevaban vida solitaria en el MONTE CARMELO, junto a la fuente llamada de Elías. Pasado algún tiempo, recurrieron a San Alberto, Patriarca (Obispo) de Jerusalén, para que les diera un REGLAMENTO, “Forma de Vida”, según el compromiso que habían abrazado, impregnado del espíritu de las peregrinaciones a Tierra Santa, e inspirados en la vida de la PRIMITIVA COMUNIDAD DE JERUSALÉN.

Elías, es el Profeta que cultiva la sed de Dios vivo y verdadero… Como él, y enardecidos  en amor a la Virgen Santísima, Madre de Dios, y de la Iglesia, los Carmelitas gastan su vida en OBSEQUIO DE JESUCRISTO, sirviéndole fielmente con corazón puro y total dedicación. “Este, es nuestro CARISMA, nuestro hermoso IDEAL.”

NUESTRAS FUNDADORAS:

El 18 Septiembre del año de gracias, 1575, unas intrépidas religiosas del Monasterio de la Santísima. Encarnación del Verbo, de la Ciudad de Valencia, España; con los pertinentes permisos del Rey. D. FELIPE II, Del Patriarca y Arzobispo de Valencia, San Juan de Ribera,  con el beneplácito de los Jurados Ontenienses, llegaron a esta villa de Onteniente para fundar un Carmelo, o sea un Monasterio Carmelita, donde un CENÁCULO. DONDE EN COMPAÑÍA DE MARÍA, LA MADRE DE JESÚS, las monjas implorarán por la plegaria la acción del Espíritu Santo en el PENTECOSTÉS permanente de la Iglesia.

Presididas por la Priora, Rvda. Madre Sor CATALINA TEJEDA, fueron recibidas con gran entusiasmo y fervor de toda la población, que vio en ellas, como a sus ángeles que orantes alcanzarían de Dios, toda suerte de bendiciones para ellos. Se instalaron en unas pequeñas casitas que al efecto les concedieron; si bien, en los designios del Señor, no podía faltarles la marca de la cruz…, que es la señal de los elegidos.

PRIMERAS ADVERSIDADES:

Tan sólo un mes llevaban felices habitando aquellas casitas ya las visitó Dios, con la inesperada muerte repentina de una de ellas… Qué pena. Otro mes, y moría otra de las hermanas fundadoras… Cómo tuvieron que avivar su gran fe, aquellas monjas Carmelitas que con tanta ilusión y generosidad habían comenzado a implantar este Palomarcito de la Virgen, como Santa Teresa denominaba a los conventos Carmelitas. Pero no quedó ahí la cosa. Al año de instaladas en Onteniente: MURIÓ TAMBIÉN, la Priora, Madre CATALINA TEJEDA. ¿Qué hacer? ¿Volver a Valencia, de donde procedían? En manera alguna: Afianzadas más aún en el Señor, a él se abandonaron, convencidas de que Dios, como Padre Bueno estaba con ellas. Y no quedaron defraudadas.

Pronto vieron llenarse su pequeño convento con nuevas Postulantes; tantas, que resultó pequeña la estancia. Con la ayuda del pueblo que siempre las apoyó y miraba por sus necesidades, compraron campos contiguos; levantaron pabellones con celdas suficientes; edificaron una bonita iglesia. Las vocaciones seguían afluyendo, llegando a ser una Comunidad muy numerosa.

A mediados del siglo XX llegó a alojar en sus dependencias clausurales a 42 Religiosas, que fieles al Señor y FELICES, dedicaban su vida y toda su juventud a alabar continuamente a Dios, y a interceder constantemente con sus oraciones y sacrificios en bien de toda la humanidad.