Viernes, 8 de julio de 2022

Lecturas:

Os 14, 2-10.  No volveremos a llamar Dios a la obra de nuestras manos.

Sal 50.  Mi boca proclamará tu alabanza, Señor.

Mt 10, 16-23. No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre.

La Palabra que el Señor nos regala hoy nos invita a descansar en la fidelidad de Dios, que es el fundamento de nuestra esperanza, Dios no deja de amarte nunca y está contigo todos los días hasta el fin de los tiempos.

Y esto nos llama a una conversión profunda: a vivir en la confianza en Dios.


Una confianza que nos lleva a rechazar la idolatría: no llamaremos ya “nuestro Dios” a la obra de nuestras manos; nos lleva a confiar solo en Dios: Asiria no nos salvará.

Una confianza que nos lleva a abandonarnos en las manos del Padre: Seré para Israel como el rocío, florecerá como el lirio, y a vivir en la alabanza, como cantamos en el Salmo: Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza.

Una confianza que nos lleva no a minimizar los problemas sino a descansar en el poder de Dios y en que Él lleva tu vida, y te regala el Espíritu Santo: Cuando os entreguen, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: … en aquel momento se os sugerirá lo que tenéis que decir, porque no seréis vosotros los que habléis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.

El Espíritu Santo permanecerá a tu lado. Te hará invencible. Te dará una sabiduría a la que no podrán contradecir ni resistir todos vuestros adversarios (cf. Lc 21, 15). Como hemos cantado en el Aleluya: el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena, y os irá recordando todo lo que os he dicho.

En medio de este combate el Maligno tratará de acobardarnos, de hacernos tirar la toalla, pero el que persevere hasta el final, se salvará.

Yo abro brecha delante de vosotros (Cf. Miq 2, 12-13).

¡Ven Espíritu Santo! 🔥 (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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