Viernes, 7 de mayo de 2021

Lecturas:

Hch 15, 22-31.  Porque hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros no imponeros otras cargas más que las indispensables.

Sal 56, 8-12.  Te daré gracias ante los pueblos, Señor.

Jn 15, 12-17.  Amaos los unos a los otros, como yo os he amado.

La Palabra que el Señor nos regala hoy nos invita a vivir lo esencial del ser cristiano: el mandamiento nuevo del amor: Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.

Esto responde a la verdad más profunda de nuestro ser: hemos sido creados por amor y para amar. Creado a imagen y semejanza de Dios, la vocación al amor es lo que hace que el hombre sea la auténtica imagen de Dios: es semejante a Dios en la medida en que ama (Benedicto XVI).

Además, en el ser persona y en el ser cristiano, todo es gracia, todo es don, todo es una llamada del Señor. Una llamada a la que tú has de responder. Y en esa respuesta puedes abrirle el corazón al Señor o dejarlo cerrado. ¡Ese es el misterio y el drama de la libertad! Solamente a partir del don de Dios, libremente acogido y humildemente recibido, podemos cooperar con nuestros esfuerzos para dejarnos transformar más y más (Francisco, Gaudete et exultate 55).

Por eso, subraya Jesús en el Evangelio que No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido. Y nos ha elegido para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor (Ef, 1, 4).

Ser cristianos, ser discípulos no es una teoría, que se aprende; o un moralismo, que se cumple. No. Es vivir una historia de amor con el Señor, que ha dado la vida por ti.

Por eso, nos dice también en el Evangelio: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.

Y nos ha elegido para vivir una vida de amistad, de intimidad, de comunión con el Señor y también para una misión: os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure.

¿Y cuál es ese fruto que el Señor quiere que demos?

Permanecer en su amor guardando sus mandamientos y viviendo el mandamiento nuevo del amor.

Que en este tiempo de dificultad y de gracia, también tú puedas decir con el Salmo: mi corazón está firme, Dios mío… Te daré gracias ante los pueblos, Señor… por tu fidelidad que alcanza las nubes

¡Os daré un corazón nuevo!  (cf. Ez 36, 26).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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