Viernes, 3 de septiembre de 2021

San Gregorio Magno

Lecturas:

Col 1, 15-20.  Todo fue creado por él y para él.

Sal 99.  Entrad en la presencia del Señor con vítores.

Lc 5, 33-39.  Les arrebatarán al esposo, entonces ayunarán.

Hoy la Palabra nos muestra a Jesucristo, imagen del Dios invisible: Dios se nos hace visible en Cristo, a través de su humanidad nos muestra el misterio de Dios: quien me ha visto a mí ha visto al Padre (cf. Jn 14. 9).

Cristo es el primogénito de toda la creación. “Primogénito” significa el primero entre muchos hijos, y también la supremacía y el poder de Cristo sobre toda la creación: todo fue creado por él y para él.

Dice Benedicto XVI que Cristo no tiene que temer a ningún posible competidor, porque es superior a cualquier forma de poder que intente humillar al hombre… Por eso, si estamos unidos a Cristo, no debemos temer a ningún enemigo y ninguna adversidad…

El anuncio de que Cristo era el único vencedor y que quien estaba con Cristo no tenía que temer a nadie, aparecía como una verdadera liberación para el mundo pagano, que creía en un mundo lleno de espíritus, en gran parte peligrosos y contra los cuales había que defenderse. Lo mismo vale también para el paganismo de hoy…. Cristo es el vencedor, de modo que quien está con Cristo, quien permanece unido a él, no debe temer a nada ni a nadie… debemos aprender a afrontar todos los miedos, porque él está por encima de toda dominación, es el verdadero Señor del mundo.

Por eso, a vino nuevo, odres nuevos.

Seguir a Jesús no es un mero cambio de “look”, un maquillaje, un cambio de apariencia. No. Escuchar la llamada de Jesús, que te dice: Ven y sígueme es comenzar una vida nueva: hay que nacer de nuevo, nacer de agua y de Espíritu (cf. Jn 3, 3-5).

Jesús no quiere poner un parche en tu vida, quiere hacerte un trasplante de corazón: cambiar tu corazón de piedra regalándote un corazón nuevo, un corazón de carne (cf. Ez 36, 25-28).

Esta operación la irá haciendo el Espíritu Santo en ti, porque para Dios no hay nada imposible (cf. Lc 1, 37).

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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