Viernes, 28 de enero de 2022

Santo Tomás de Aquino

Lecturas:

2 Sam 11, 1-4a. 4c – 10a. 13-17.  Me despreciaste y tomaste como esposa a la mujer de Urías.

Sal 50. Misericordia, Señor, hemos pecado.

Mc 4, 26-34. Un hombre echa semilla y duerme, y la semilla va creciendo sin que él sepa cómo.

Continúa el Señor mostrándonos qué es ser discípulo, qué es ser cristiano.

Con las parábolas de la semilla y del grano de mostaza el Señor quiere invitarnos a entrar por el camino de la humildad y de la gratuidad.

En el ser cristiano todo es don del Señor, que te ama; todo es gracia que precede al hombre, todo es una obra que el Señor, por el don del Espíritu Santo, ha de ir haciendo en ti. Y que tú has de acoger. Que parece poco; pero no es poco.

Es reconocer que todo lo que tienes y lo que eres lo has recibido gratuitamente, y que el verdadero protagonista no eres tú, sino el Señor. Es reconocer que el método de Dios es la humildad: al cielo se sube bajando.  Es la “lógica” de la Encarnación, de Belén, de la vida sencilla en Nazaret, del Cenáculo, de la Cruz, de Pentecostés…

Este evangelio es una invitación a no tener miedo a la humildad de los pequeños pasos y a confiar no en tus fuerzas, sino en el poder del Espíritu Santo.

Para Dios no hay nada imposible: derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. Dios ha escondido estas cosas a los que se creen sabios y entendidos y las ha revelado a los sencillos, a los mansos y humildes.

Y así estamos llamados a vivir también la evangelización: siendo luz, sal y levadura, sepultados como la semilla, la sal o la levadura en medio de tu familia, de tu trabajo…, pero que el poder del Espíritu fecunda y hace que dé fruto hasta los confines de la tierra, para la gloria de Dios.

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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