Viernes, 25 de junio de 2021

Lecturas:

Gén 17, 1. 9-10. 15-22.  Sea circuncidado todo varón como señal de la alianza. Sara te va a dar un hijo.

Sal 127.  Esta es la bendición del hombre que teme al Señor.

Mt 8, 1-4.  Si quieres, puedes limpiarme.

El Aleluya nos da la clave de la Palabra de hoy: Cristo tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades.

Hoy, vemos a Jesús curando a un leproso; mañana, curará a un paralítico.

Las curaciones no se quedan en sí mismas: son una invitación a descubrir que Jesús es el Señor, el Salvador. Nos ayudan a descubrir que la “dolencia” más profunda que tiene el hombre es la ausencia de Dios.

Pero Cristo no curó a todos los enfermos. Sus curaciones eran signos de la venida del Reino de Dios. Anunciaban una curación más radical: la victoria sobre el pecado y la muerte por su Pascua.

En la Cruz, Cristo tomó sobre sí todo el peso del mal y quitó el "pecado del mundo" del que la enfermedad es una consecuencia. Por su pasión y su muerte en la Cruz, Cristo dio un sentido nuevo al sufrimiento: desde entonces éste nos configura con Él y nos une a su pasión redentora.

Gracias a la acción del Espíritu Santo, la obra de Jesús se prolonga en la misión de la Iglesia. Así, en los sacramentos, Cristo continúa "tocándonos" para sanarnos. (cf. Catecismo 1504s).

El Señor te invita a que no te quedes mirándote a ti mismo, viviendo en la queja y en la lamentación. No. Como el pueblo de Israel en el desierto, ¡levanta la mirada! ¡Mírale a Él! ¡Entrégale tus dolencias: lo que te duele, lo que te carga; tus sufrimientos; lo que no entiendes…! ¡Entrégaselo al Señor!

Y déjate “tocar” por Él: acoge su Palabra, déjate llevar por su Espíritu, vive la Eucaristía, reconcíliate en la Penitencia, vive en su Cuerpo, que es la Iglesia… y nacerá en ti una criatura nueva.

Y esto es lo que nos muestra también el Evangelio en el que Jesús cura a un leproso. Pero ¿qué nos quiere decir a nosotros hoy este evangelio?

Principalmente, que tú no puedes salvarte a ti mismo, no te puedes curar a ti mismo. Necesitas ser sanado, ser rescatado, ser salvado: y sólo Jesucristo es El Salvador.

Y por eso, la Palabra nos invita a que tú y yo, como el leproso, con humildad nos acerquemos a Jesús, y le supliquemos: Si quieres, puedes limpiarme.

Si quieres. El leproso no exige, suplica. Todo es don, todo es gracia.

¡Os daré un corazón nuevo!  (cf. Ez 36, 26).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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