Viernes, 24 de septiembre de 2021

La Virgen de la Merced

Lecturas:

Ag 2, 1-9.  Dentro de poco llenaré este templo de gloria.

Sal 42.  Espera en Dios, que volverás a alabarlo: salud de mi rostro, Dios mío.

Lc 9, 18-22.  Tú eres el Mesías de Dios. El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho.

El Señor nos dirige hoy, como a los discípulos, dos preguntas importantes, especialmente la segunda: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?», ¿Y vosotros quién decís que soy yo?.

¿Quién es Jesús para ti? Esta es la pregunta del millón. En la respuesta que des a esta pregunta, te va la vida.

¿Qué relación tienes con Jesucristo? Porque ante el Señor, podemos ser curiosos, simpatizantes,  eruditos…, que no acabamos de  abrir el corazón para tener un encuentro con un Cristo vivo; interesados, que le buscamos para que nos arregle problemas, pero no queremos nada más… Y así, tantas veces nos quedamos con las migajas y nos perdemos lo más sabroso que el Señor quiere darnos.

Pero sólo hay una respuesta que, de verdad, merece la pena y cambia tu vida para bien. Es la respuesta que da Pedro: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo.

Y que puedas decirle al Señor que eres un discípulo; es decir, un aprendiz que estás a sus pies, escuchando cada día su voz y siguiéndole a donde quiera que vaya.

Jesucristo es el que, con el don del Espíritu Santo da sentido a tu vida ilumina tu historia, convirtiéndola en una historia de amor y de salvación. Nos lo ha recordado la primera lectura: ¡Adelante, que estoy con vosotros! ¡No temáis!

Una Palabra que nos invita a descansar en el Señor, a vivir en la confianza. En la certeza de que Dios es fiel y cumple sus promesas.

Lo hemos cantado en el Salmo: Espera en Dios, que volverás a alabarlo. Hazme justicia, oh Dios, defiende mi causa…

Y entonces podrás vivir en la gratitud, en la bendición y en la alabanza: Me acercaré al altar de Dios, al Dios de mi alegría, y te daré gracias al son de la cítara, Dios, Dios mío.

Invoca cada día al Espíritu Santo y pídele que te enamore de Jesucristo.  

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo!  (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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