Viernes, 24 de junio de 2022

Sagrado Corazón de Jesús

Lecturas:

Ez 34, 11-16.  Yo mismo apacentaré mis ovejas y las haré reposar.

Sal 22.  El Señor es mi pastor, nada me falta.

Rom 5, 5b-11.  Dios nos demostró su amor.

Lc 15, 3-7.  ¡Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido.

La solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús se centra en el amor que Dios nos tiene, simbolizado en el corazón de su Hijo Jesucristo, un corazón manso y humilde, que exaltado en la cruz es fuente de vida y de salvación de la que se sacian todos los que se acogen a ella.

En la primera lectura, el profeta Ezequiel nos habla de ese amor de Dios a su pueblo: Yo mismo buscaré mi rebaño y lo cuidaré… Buscaré la oveja perdida, recogeré a la descarriada; vendaré a las heridas; fortaleceré a la enferma; pero a la que está fuerte y robusta la guardaré: la apacentaré con justicia.

El misterio del amor de Dios nos muestra la entraña del cristianismo, el hilo conductor de nuestra fe.

Dios te ama. Te ha creado por amor. Tú no existes por casualidad. Dios te ha llamado a la vida porque quiere que vivas con Él una vida de amistad, de intimidad.

Dios te ama gratuitamente, con un amor que no te lo tienes que ganar. Con un amor que lo puedes rechazar –la libertad es parte del amor–, pero que no lo puedes perder: Dios no dejará de amarte nunca.

El amor de Dios es más fuerte que la muerte. Por eso, te invita a vivir para siempre. No para cien años, sino para toda la eternidad.

Dios te ha creado para amar. Te ha creado a su imagen y semejanza, y serás feliz en la medida en que ames con un amor como el suyo: un amor marcado por la gratuidad, la fidelidad, la misericordia, la donación: se es más feliz al dar que al recibir (cf. Hch 20, 35).

En la segunda lectura, San Pablo nos dice que el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado.

Y esta experiencia del amor gratuito e incondicional de Dios nos lleva a vivir en la confianza y en el descanso, como hemos cantado en el Salmo: El Señor es mi pastor, nada me falta… Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan

¡Ven Espíritu Santo! 🔥 ¡Dame un corazón como el de Jesús! Un corazón confiado, agradecido, obediente a la voluntad de Dios… Un corazón humilde y manso para dejarme llevar por el Espíritu Santo y así poder vivir en la bendición y en la alabanza.

Homilias de D. Jorge Miró

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