Viernes, 22 de octubre de 2021

San Juan Pablo II

Lecturas:

Rm 7,18-24. ¿Quién me librará de este cuerpo presa de la muerte?

Sal 118. Instrúyeme, Señor, en tus leyes.

Lc 12, 54-59   Si sabéis discernir el aspecto de la tierra y el cielo, ¿cómo es que no sabéis discernir el tiempo presente?

Continúa san Pablo mostrándonos las consecuencias del pecado original en cada uno de nosotros: existe una contradicción en nuestro ser.

Sabemos que debemos hacer el bien ¡y queremos hacerlo! Pero, tantas veces dentro de nosotros sentimos otro impulso a hacer lo contrario, a seguir el camino de nuestros deseos o de las modas del mundo, aun sabiendo que así se actúa contra Dios y contra el prójimo.

Esta contradicción la experimentamos todos los días. Por eso, no podemos dejarnos llevar por nuestros deseos, porque nuestro corazón está herido por el pecado original.

Y este es el combate y la conversión de cada día, ¡de hoy! ¿Cómo se vive este combate? Por supuesto, con Jesucristo. Necesitas su gracia: sin mí no podéis hacer nada (cf. Jn 15, 5).

La Palabra hoy también nos da unas ayudas para este combate. El Aleluya nos ha recordado que el Señor revela los misterios del reino a los pequeños.

La humildad y la obediencia a la voluntad de Dios es el camino que recorrió Jesucristo. La arrogancia y la soberbia, el camino de Adán.

El Salmo también nos invita a dejarnos guiar por los mandatos del Señor. Y en el Evangelio, Jesús nos llama a tener discernimiento, es decir, a saber cuál es la voluntad de Dios en cada momento de tu vida.

Para ello, necesitas invocar el Espíritu Santo y llevar tu vida a la oración. Preguntarle cada día al Señor: ¿qué quieres que haga? ¿cómo quieres que viva lo que hoy tengo que vivir?

Y todo ello dejando que la Palabra de Dios te vaya iluminando: Lámpara es tu Palabra para mis pasos, luz en mi camino (cf. Sal 118, 105).

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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