Viernes, 21 de enero de 2022

Santa Inés

Lecturas:

1 Sam 24, 3-21. No alargaré la mano contra él, pues es el ungido del Señor.

 Sal 56.  Misericordia, Dios mío, misericordia.

Mc 3, 13-19. Llamó a los que quiso para que estuvieran con él.

Entre ayer y hoy, la Palabra nos vuelve a mostrar dos maneras de vivir muy diferentes, representados en Saúl y en David

El primer estilo, ciertamente, no proviene del Señor, sino del espíritu maligno, y está caracterizado por los celos, la envidia y el resentimiento, con los que reacciona Saúl ante la victoria de David.

El segundo, proviene del Espíritu Santo, y se manifiesta en la bondad, la generosidad y el perdón, que es la actitud que manifiesta David en la primera lectura de hoy.

Y, además, remitir la justicia a Dios: El Señor sea juez y juzgue entre nosotros. Juzgará, defenderá mi causa y me hará justicia, librándome de tu mano.

¿Qué es la envidia? Dice el Catecismo (2539s), que Manifiesta la tristeza experimentada ante el bien del prójimo y el deseo desordenado de poseerlo, aunque sea en forma indebida. Cuando desea al prójimo un mal grave es un pecado mortal.

No podremos evitar la tentación, pero hemos de orar para no caer en ella, y luchar para combatirla.

La envidia es el pecado diabólico por excelencia De ella nacen el odio, la maledicencia, la calumnia, dicen San Agustín y San Gregorio Magno.

A veces, también es un pecado contra la fe y la confianza en Dios, un reprocharle a Dios que es “injusto” contigo.

No te escandalices si ves que, a veces, llama a la puerta de tu corazón. ¡Pero no le dejes entrar! ¡Invoca al Espíritu Santo! ¡Pídele un corazón nuevo, un corazón humilde, agradecido y magnánimo! ¡Si crees, verás la gloria de Dios!

¿Querríais ver a Dios glorificado por vosotros? Pues bien, alegraos del progreso de vuestro hermano y con ello Dios será glorificado por vosotros. Dios será alabado —se dirá— porque su siervo ha sabido vencer la envidia poniendo su alegría en los méritos de otros San Juan Crisóstomo).

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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