Viernes, 18 de noviembre de 2022

Dedicación de las Basílicas de San Pedro y San Pablo

Lecturas:

Ap 10, 8-11.   Cogí el librito y me lo comí.

Sal 118.   ¡Qué dulce al paladar tu promesa!

Lc 19, 45-48. Habéis convertido la casa de Dios en una cueva de bandidos.

Dios crea el universo por la Palabra (cf. Gn 1 y Jn 1) que convierte el caos oscuro en un cosmos ordenado según el proyecto de Dios.

Y lo mismo ocurre en tu vida: Dios hace en ti la obra de la nueva creación, por medio de Jesucristo, la Palabra hecha carne, con el don de su Espíritu.

Por eso es tan importante escuchar la Palabra y acogerla en el corazón. Nos lo ha recordado el Aleluya: Mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco, y ellas me siguen.

Y de ello nos habla también hoy Palabra: Ve a tomar el librito abierto de la mano del ángel… Toma y devóralo; te amargará en el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel … Es preciso que profetices.

Este librito, la Palabra del Señor, es agridulce: por una parte, siempre es una buena noticia, una palabra de amor, de vida y de salvación, de parte de Dios. Pero por, otra siempre es una llamada a la conversión, a negarse a uno mismo, a entrar por la puerta estrecha.

Y es también una llamada a la misión. Por el bautismo participamos también del carácter profético de Cristo y estamos llamados a ser testigos de Cristo en medio de este mundo (cf. Catecismo 785).

Esta misión también es agridulce. Experimentamos tanto la alegría de la llamada como la tribulación del testimonio: Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de fortaleza, de amor y de templanza no te avergüences del testimonio de nuestro Señor ni de mí, su prisionero; antes bien, toma parte en los padecimientos por el Evangelio, según la fuerza de Dios (cf. 2 Tm 1, 7-8).

Pero podemos caer en la tentación que denuncia Jesús en el Evangelio: Mi casa será casa de oración; pero vosotros la habéis hecho una cueva de bandidos.

Esto ocurre cuando no escuchamos, sino que manipulamos la Palabra de Dios, para hacerle decir lo que nos interesa que diga; cuando no queremos hacer la voluntad de Dios, sino la nuestra; cuando le robamos la gloria a Dios; cuando no dejamos actuar al Espíritu Santo…

Yo abro brecha delante de vosotros (Cf. Miq 2, 12-13).

¡Ven Espíritu Santo! 🔥 (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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