Viernes, 16 de julio de 2021

La Virgen del Carmen

Lecturas:

Ex 11,10-12,14.  Mataréis un cordero al atardecer; cuando vea la sangre, pasaré de largo.

Sal 115. Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor.

Mt 12, 1-8.  El Hijo del Hombre es señor del sábado.

La vida, tu vida, no es fruto de la casualidad o de una fatalidad del destino. No. La casualidad no existe. Alguien decía que existe la Diosualidad.

Tu vida es una Historia de amor y de salvación que Dios está haciendo contigo.

Historia, con mayúsculas, porque no es un mero suceder de hechos absurdos carentes de sentido. Cuando no vemos el sentido, entonces, decimos que vamos tirando, pasando, sobreviviendo... Y de nuestro corazón sale con facilidad, la queja, la murmuración, el juicio, el resentimiento… Y la vida así se hace pesada, aburrida, cansada.

La primera lectura nos habla de la Pascua, del paso del Señor que viene a salvar a su pueblo. Este será un día de fiesta para siempre. Porque Dios actúa y habla en la Historia. No estamos solos.

Así, la vida es Historia de amor y de salvación, es un vivir acontecimientos memorables, no porque todo salga según nuestros planes, sino porque en ellos vemos la mano de Dios, que nos ama y camina con nosotros.

Y entonces, por el don del Espíritu Santo, podemos disfrutar de la vida, saborearla, incluso en las dificultades y en los sufrimientos, porque en medio de todo está el Señor. Del corazón que vive así brota la gratitud, la alabanza, la bendición, la generosidad… Y así la vida es nueva todos los días, porque está tocada por la eternidad del amor de Dios.

Por eso, cantamos en el salmo ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Te ofreceré un sacrificio de alabanza”.

Y la clave, para poder vivir así nos la da el versículo del Aleluya: Mis ovejas escuchan mi voz.

Necesitamos cada día el don del Espíritu Santo, que nos abra el oído; que nos enseñe a escuchar y a acoger la voz de Dios que nos habla a través de su Palabra y también a través de los acontecimientos de la historia; que nos enseñe a ver con los ojos de Dios, escuchar con los oídos de Dios, amar con el corazón de Dios… nos hace ser contemplativos.

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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