Viernes, 16 de Abril de 2021

Lecturas:

Hch 5, 34-42.  No cesaban de anunciar que Jesús es el Mesías.

Sal 26, 1.4.13-14.  Una cosa pido al Señor: habitar en su casa.

Jn 6, 1-15.  Tomó los panes, y después de haber dado las gracias a Dios, los distribuyó entre todos.

En el Evangelio, contemplamos el milagro de la multiplicación de los panes, en el que Jesús aparece como el Señor: Él es en quien se cumplen las promesas y se realizan las esperanzas del pueblo de Israel. Jesús es el nuevo Moisés que realiza el nuevo milagro del maná.

Con este signo, Jesús se presenta como el Mesías esperado que sacia el hambre de su pueblo.

Los que siguen a Jesús no acaban de comprender: Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Desean una vida feliz, pero ponen la felicidad donde no está. Sus corazones son incapaces de saltar a la verdadera vida. Buscan a Jesús por interés. Tal vez buscan más “las cosas de Jesús” que a Jesús mismo.

Por ello, el versículo del Aleluya, nos invita a centrar nuestra búsqueda de felicidad: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (cf. Mt 4, 4). Sólo Dios basta, decía Santa Teresa.

El pan material es necesario para vivir, pero nunca podrá llenar el corazón del hombre: Nos hiciste para ti, Señor, y nuestro corazón anda inquieto y desasosegado hasta que no descansa en ti (San Agustín). Tú corazón es tan grande que sólo Dios puede llenarlo del todo.

Por eso, a veces vivimos vacíos e insatisfechos. A veces nos sobran cosas materiales, pero nos falta lo principal: el Señor.

En estos tiempos de dificultad, el Señor nos invita a orar con la Palabra: El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor.

¡Os daré un corazón nuevo!  (cf. Ez 36, 26).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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