Viernes, 11 de junio de 2021

Sagrado Corazón de Jesús

Lecturas:

Os 11, 1b.3-4.8c-9.  Se me revuelve el corazón.

Sal Is 12, 2-6.  Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.

Ef 3, 8-12.14-19.  El amor cristiano transciende toda filosofía.

Jn 19, 31-37.  Le traspasó el costado y al punto salió sangre y agua.

La solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús nos muestra la entraña del cristianismo, el hilo conductor de nuestra fe: Dios te ama. Te ha creado por amor. Tú no existes por casualidad. Dios te ha llamado a la vida porque quiere que vivas con Él una vida de amistad, de intimidad con Él. Y te ama tanto, que esta vida no es solo para unos cuantos años, sino para siempre, para toda la eternidad.

En la primera lectura, el profeta Oseas nos habla de ese amor de Dios a su pueblo: Cuando Israel era joven, lo amé… Mi corazón está perturbado, se me conmueven las entrañas.

Dios te ama gratuitamente, con un amor que no te lo tienes que ganar. Con un amor que lo puedes rechazar –la libertad es parte del amor–, pero que no lo puedes perder: Dios no dejará de amarte nunca.

Dios te ha creado para amar. Te ha creado a su imagen y semejanza, y serás feliz amando con un amor como el suyo: un amor tejido por la gratuidad, la fidelidad, la misericordia, la donación: se es más feliz al dar que al recibir (cf. Hch 20, 35).

Esta certeza del amor gratuito y fiel de Dios nos lleva a vivir en la confianza: Nada nos podrá separar del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor (cf. Rom 8, 38). Lo hemos cantado en el Salmo: El Señor es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor. Y a vivir en la gratitud y en la alabanza: dad gracias al Señor, invocad su nombre, contad a los pueblos sus hazañas, proclamad que su nombre es excelso. Tañed para el Señor, que hizo proezas...

El Evangelio nos muestra el corazón de Jesús atravesado por la lanza del soldado y del que brotan sangre y agua, signo del Bautismo y la Eucaristía. Por ellos, el Señor, con el don del Espíritu Santo, nos hace crecer y gozar de su amor.

¿Cómo es el Corazón de Jesús? Lo hemos cantado en el Aleluya: aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón. Un corazón fiel y obediente a la voluntad del Padre.

¡Ven Espíritu Santo!  ¡Dame un corazón como el de Jesús! Un corazón confiado, agradecido, obediente a la voluntad de Dios… Un corazón humilde y manso para dejarme llevar por el Espíritu Santo y así poder vivir en la bendición y en la alabanza. ?

Homilias de D. Jorge Miró

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