Viernes, 1 de abril de 2022

Lecturas:

Sab 2, 1a.12-22. Acechemos al justo, porque se opone a nuestra forma de actuar.

Sal 33, 17-23. El Señor está cerca de los atribulados.

Jn 7, 1-2.10.25-30. Yo no vengo por mi cuenta, sino que me envió el que es veraz.

A lo largo de la historia de la salvación los profetas han experimentado el drama de la persecución, porque, como nos recuerda la primera lectura, se dijeron los impíos, razonando equivocadamente: Acechemos al justo, que nos resulta fastidioso… su sola presencia nos resulta insoportable. Lleva una vida distinta de los demás, y su conducta es diferente.

También Jesús fue perseguido. En el Evangelio, vemos que trataban de matar a Jesús, porque no aceptaban su predicación

Y este es el camino también del discípulo: que no es más que su Maestro… seréis odiados por todos a causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el final, se salvará (cf. Mt 10, 22s).

En la medida en que vivas en fidelidad al Señor, acojas su Palabra y te dejes conducir por el Espíritu Santo, también tú recorrerás el mismo camino que el Señor: Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia (cf. Jn 15, 18-19).

Dice el Papa Francisco que para los cristianos siempre habrá persecuciones, incomprensiones. Pero hay que afrontarlas con la certeza de que Jesús es el Señor y éste es el desafío y la cruz de nuestra fe.

Además, en medio de la prueba estamos llamados a vivir en la confianza en la fidelidad de Dios: nada nos podrá separar del amor de Dios.

No os preocupéis… el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros… seréis odiados por todos a causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el final, se salvará… No les tengáis miedo… vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados…   (Cf. Mt 10, 19s)

También en medio de las dificultades que estamos viviendo, puedes orar con el Salmo: El Señor está cerca de los atribulados… Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo salva de sus angustias… El Señor está cerca de ti, dentro de ti, ¡habla con Él! Descansa en Él tus agobios, tus angustias, tus preocupaciones. Invoca al Espíritu Santo, dulce huésped del alma, gozo que enjuga las lágrimas, fuente del mayor consuelo.

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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