Sábado, 9 de octubre de 2021

Dedicación de la Santa Iglesia Catedral

Lecturas:

1 Cor 3, 9c-11. 16-17.  Sois templo de Dios.

Sal 121, 1-9. Qué alegría cuando me dijeron: “Vamos a la casa del Señor”.

Jn 2, 13-22.  Hablaba del templo de su cuerpo.

El 9 de octubre evoca la fundación del reino cristiano de Valencia y la libertad del culto católico en nuestras tierras. En este mismo día la comunidad cristiana de Valencia tuvo, de nuevo, su Catedral, dedicada a Santa María.

Es una celebración que nos recuerda la eclesialidad de la fe. Dios no nos ha llamado a vivir la fe de una manera individual y solitaria; sino que nos ha llamado a vivir la fe en una familia, en un pueblo, en el cuerpo de Cristo, que es la Iglesia.

La Catedral, cátedra del arzobispo e iglesia madre de la diócesis, como sede del obispo diocesano, es signo de la unidad de la Iglesia particular.

Al arzobispo el Señor le ha confiado la diócesis para que la apaciente, con la cooperación del presbiterio, mediante la predicación del Evangelio, la celebración de los sacramentos y el servicio de la caridad (cf. Sínodo 14, 546).

Pero, no hay que olvidar que el templo de piedra es símbolo de la Iglesia viva, la comunidad cristiana, edificio espiritual construido por Dios con las piedras vivas que somos los cristianos, sobre el único fundamento que es Jesucristo, la piedra angular.

En el centro de la Iglesia y de cada comunidad ha de estar siempre Jesucristo Resucitado. Por eso, la Iglesia -y cada uno de los bautizados- vive y crece en torno a la Eucaristía, nutriéndose de sus dos mesas: escuchando la Palabra de Dios y alimentándose del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Así es como la Iglesia se edifica en la verdad y en la caridad y es plasmada interiormente por el Espíritu Santo, transformándose en lo que recibe, conformándose cada vez más a su Señor Jesucristo (Benedicto XVI).

Esta es una celebración para darle gracias a Dios por el don de la fe, por el don de la Iglesia, por el don de la comunidad concreta en la que el Señor te llama a vivir la fe.

También para dar gracias a Dios por los pastores de la Iglesia: el Papa, el Arzobispo, los sacerdotes y por todos los que participan de la misión pastoral de la Iglesia.

También es un día especial para invocar al Espíritu Santo, alma de la Iglesia, para renueve la faz de la tierra, ¡de esta tierra!

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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