Sábado, 8 de mayo de 2021

La Virgen de los Desamparados

Lecturas:

Hch 16, 1-10.  Las iglesias se robustecían en la fe y crecían en número de día en día.

Sal 99, 2-5.  Aclamad al Señor, tierra entera.

Jn 15, 18-21.  Si el mundo os odia, recordad que primero me odió a mí.

La fe no es una teoría, sino una vida. Es vivir una relación personal con Dios, que te ama. Es vivir la presencia y la acción de Dios en la vida de cada día. No estás solo. Si le dejas, el Señor está contigo todos los días.

La primera lectura nos invita a tener una mirada de fe sobre la vida y sobre la historia: en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman (cf. Rom 8, 28).

Esta mirada de fe es la que tiene san Pablo: los obstáculos que se le van presentando, los ve como manifestaciones de la voluntad de Dios: Como el Espíritu Santo les impidió anunciar la palabra en la provincia de Asia, atravesaron Frigia… Intentaron entrar en Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo consintió.

El Espíritu Santo ha de ser el alma de la evangelización, de la misión, de la vida de la Iglesia y de tu vida.

Por otra parte, el Evangelio nos invita a permanecer fieles al Señor, sabiendo que el mundo y Satanás –su príncipe– tratarán de destruir a la comunidad cristiana.

Y lo harán mediante el odio, la división, y la persecución: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará (cf. Mt 16, 18). No es el discípulo más que el Maestro, y así el Señor nos invita no sólo a soportar la persecución, sino a confiar en la victoria definitiva que nos ha recordado el versículo del Aleluya: Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios (cf. Col 3, 1).

Dice el Papa Francisco que el mundo odia a los cristianos por la misma razón por la cual ha odiado a Jesús, porque Él ha traído la luz de Dios y el mundo prefiere las tinieblas para esconder sus obras malvadas.

Que en este tiempo de dificultad y de gracia puedas servir al Señor con alegría, entrar en su presencia con vítores... porque experimentas que el Señor es bueno, su misericordia es eterna.

Que tú también puedas tener –por la acogida del don del Espíritu Santo- una mirada de fe sobre tu vida, sobre tu historia: El Señor está contigo en tu vida concreta que es –si la vives con el Señor- historia de salvación para ti.

¡Os daré un corazón nuevo!  (cf. Ez 36, 26).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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