Sábado, 8 de enero de 2022

Lecturas:

1 Jn 4, 7-10.  Dios es amor.

Sal 71.  Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra.

Mc 6, 34-44.  Al multiplicar los panes, Jesús se manifiesta como profeta.

La primera lectura nos muestra la primera y principal de todas las verdades de nuestra fe: que Dios te ama. Que te ha creado por amor y para amar. Este es el hilo conductor de toda la fe cristiana, de toda tu vida.

Dios te ha creado porque te ama. Tú no existes por casualidad ni por una fatalidad del destino. No. Desde antes de la creación del mundo Dios ya pensó en ti. Y te llama a vivir una vida de amistad, de intimidad con El. No estás solo. Eres templo del Espíritu Santo.

Y te ama tanto, que no te ha creado para vivir cien años. Te ha creado para que vivas con Él para siempre, para toda la eternidad. El cielo es la meta, porque Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman. Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu (cf. 1 Cor 2, 9-10).

Dios te ha creado para amar. Estás creado a imagen y semejanza de Dios. Y Dios es amor. Te realizarás como persona -serás feliz- en la medida en que ames con un amor como el de Dios, como el de Jesucristo: amaos como Yo os he amado. Con un amor gratuito, generoso, fiel, entregado: se es más feliz al dar que al recibir (cf. Hch 20, 35).

Vivir este amor a Dios y al prójimo es lo que de verdad llena el corazón del hombre.

En el Evangelio, contemplamos el milagro de la multiplicación de los panes: Jesús es el Mesías esperado que sacia el hambre de su pueblo.

Mucha gente seguía a Jesús, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Y Jesús se compadeció de ella. Desean una vida feliz, pero ponen la felicidad donde no está. Sus corazones son incapaces de saltar a la verdadera vida. Buscan a Jesús por interés. Tal vez buscan más “las cosas de Jesús” que a Jesús mismo.

Por eso, a veces vivimos vacíos e insatisfechos. A veces nos sobran cosas materiales, pero nos falta lo principal: vivir del amor del Señor y vivir amando al hermano.

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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