Sábado 6 de Marzo de 2021

Lecturas:

Mi 7, 14-15.18-20.  El Señor se complace en la misericordia.

Sal 102, 1-4.9-12.  El Señor es compasivo y misericordioso.

Lc 15, 1-3.11-32.  El hijo pródigo volvió a la casa paterna.

En nuestro camino cuaresmal, hoy la Palabra nos sigue llamando a la conversión: a volver a la casa del Padre y a vivir como hijos amados del Padre.

Esta parábola del hijo pródigo o del padre misericordioso, quiere mostrarnos el hilo conductor de la fe cristiana, la entraña del cristianismo: Dios te ama con un amor gratuito, es decir, que no te lo tienes que ganar. Te ama como eres.

Te ha creado por amor y para que vivas con Él una historia de amor y una vida de intimidad personal: eres su hijo amado.

Y un amor tan grande, que es eterno: Dios te invita a vivir con Él para siempre, para toda la eternidad. No hay nada ni nadie que pueda separarnos del amor de Dios, ni siquiera la muerte (cf. Rom 8, 38).

, como el hijo pródigo, puedes rechazar el amor del Padre y marcharte de su casa para hacer tu vida, según tus proyectos, tus criterios, tus planes y tus deseos: en eso consiste el pecado.

Tú puedes dejar de amar a Dios, pero Dios no dejará de amarte nunca.

Y el pecado, cuando nos empeñamos en vivir lejos del Padre, termina llevándonos a la tristeza y a mendigar la vida a los ídolos. Y así, como no pueden darnos la vida, terminamos en la insatisfacción, en el vacío: pasando “hambre”.

Y el eco del amor fiel y gratuito de Dios que el Espíritu Santo hace resonar en tu corazón, te invita a volver al Padre.

Eso es la conversión: que dejes de vivir según tus criterios, para vivir en la voluntad del Padre, que dejes de pretender ser el dios de tu vida para vivir como hijo De Dios, que te dejes abrazar por el Padre.

Y cuando uno vuelve, el Padre siempre perdona, acoge, festeja. La consecuencia del perdón del Padre se simboliza en el anillo, que es signo de comunión, y en las sandalias, que es el calzado del hombre libre, en la alegría de la fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida.

¡Os daré un corazón nuevo!  (cf. Ez 36, 26).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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