Sábado, 5 de junio de 2021

San Bonifacio

Lecturas:

Tob 12, 1. 5-15. 20.  Ahora alabad al Señor; yo subo a Dios.

Sal Tob 13, 2-8.  Bendito sea Dios, que vive eternamente.

Mc 12, 38-44.  Esta viuda pobre ha echado más que nadie.

La fe no es una teoría que se aprende, sino una vida que se disfruta. Es haber descubierto que Dios te ama y cuida de ti. Y, por tanto, la actitud de fondo es la confianza. Confianza no en tus fuerzas ni en tu dinero, sino en que Dios te ama, es tu Padre y cuida de ti.

Por eso hemos cantado en el Aleluya: Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

La escena del Evangelio es conmovedora. En profundo contraste con la imagen que presentan los maestros de la ley, una pobre viuda se acerca al cepillo del templo y ofrece el mejor ejemplo de lo que debe ser la verdadera religiosidad. A ella es a quien los discípulos estamos llamados a imitar. Sus dos pequeñas monedas llevan el sello de esa donación total que exige el primer mandamiento y que reclama todo verdadero acto de culto: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón.

Lo que cuenta es un corazón generoso, desprendido y confiado en la acción de Dios, ya que Dios no se fija tanto en lo que damos, cuanto en lo que reservamos para nosotros. Nadie dio tanto como la que no reservó nada para sí.

La verdadera piedad es una entrega a Dios, un ponerse por completo a su disposición, dejarte llevar por el Espíritu Santo, sin resistencias, sin reservas ni condiciones. La viuda lo entregó todo a Dios y, con ello, se entregó a sí misma.

La limosna nos ayuda a vivir la gratuidad del don, que es libertad de la obsesión del poseer, del miedo a perder lo que se tiene, de la tristeza de quien no quiere compartir con los demás el propio bienestar (cf. Francisco, Homilía en el miércoles de ceniza 2014).

¿Cómo estás de generosidad? ¿Eres tacaño, calculador... a la hora de entregarte? ¿Cómo es tu entrega? ¿Cuáles son las excusas que pones para dar solamente lo que te sobra?

¡Os daré un corazón nuevo!  (cf. Ez 36, 26).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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