Sábado, 4 de junio de 2022

Lecturas:

Hch 28, 16-20.30-31.  Quería veros y conversar con vosotros.

Sal 10, 5-8.  Los buenos verán tu rostro, Señor.

Jn 21, 20-25.  Detrás de ellos venía el otro discípulo al que Jesús tanto quería.

En la primera lectura contemplamos la llegada de san Pablo prisionero a Roma, donde podrá vivir por su cuenta en una casa, con un soldado que lo vigilase, esperando a ser juzgado por el César.

Vivió allí dos años enteros a su propia costa, recibiendo a todos los que acudían, predicándoles el reino de Dios y enseñando lo que se refiere al Señor Jesucristo con toda libertad, sin estorbos.

La Iglesia, creada y extendida por la acción del Espíritu Santo ha llegado al corazón del mundo; el Evangelio es predicado con libertad hasta los confines de la tierra. Las numerosas dificultades son vencidas por el poder del Espíritu Santo.

Esta Palabra nos invita a ser testigos de Jesucristo Resucitado aprovechando cualquier circunstancia. a tiempo y a destiempo (cf. 2 Tim 4, 2), con audacia y libertad, porque la Palabra de Dios no está encadenada (cf. 2 Tim 2, 8).

Llegando al final del tiempo Pascual llegamos también a la conclusión del Evangelio de San Juan, en la que nos recuerda algo importante: Tú, sígueme.

Es una invitación a que no te quedes en ser un mero espectador, un curioso, un simpatizante o un erudito. No, Jesús ¡quiere ser tu amigo! Y te invita a seguirle, a ser discípulo, a vivir una vida nueva.

Una vida nueva que no la has de “hacer” tú, sino que el Espíritu Santo irá re-creando en ti, si tú te abandonas en sus manos y le dejas hacer. Una vida nueva en la que experimentarás lo que dice el Evangelio: muchas otras cosas hizo Jesús. Muchas otras cosas quiere hacer el Señor en tu vida.

Que en este tiempo de gracia también tú puedas ver como Jesucristo Resucitado actúa en tu vida.

Si crees, ¡verás la gloria de Dios!

A toda la tierra alcanza su pregón  (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! 🔥 (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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