Sábado, 29 de mayo de 2021

San Pablo VI

Lecturas:

Eclo 51, 12-20. Daré gloria a quien me ha dado la sabiduría.

Sal 18. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.

Mc 11, 27-33. ¿Con qué autoridad haces esto?

En el evangelio vemos como Jesucristo sorprende y desconcierta a los que le escuchan y suscita admiración: porque habla con autoridad, no como los letrados. ¿Qué quiere decir esto?

Quiere decir que la palabra de Jesús no es una simple palabra humana: sino Palabra de Dios, Palabra del Señor. Por tanto, esta Palabra no es una simple opinión que si te gusta o te convence la tomas o si no la dejas.

No. Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida (cf. Jn 15, 6), su Palabra es una Palabra que tiene vida eterna. Como le dijo Pedro a Jesús: Señor, ¿a quién iremos? Sólo tú tienes palabras de vida eterna (cf. Jn 6, 68).

Como hemos cantado en el Salmo: los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón… más preciosos que el oro… más dulces que la miel… La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma.

Y es una Palabra que tiene poder, que cuando se proclama se cumple. Así, si tú acoges con fe esta Palabra, la verás cumplida en tu vida. ¡Si crees, verás la gloria de Dios!

Por tanto, Cristo nos invita hoy a tener una actitud de respeto, de confianza y obediencia ante su enseñanza. La Palabra de Dios no es una opinión más; no es para discutirla ni para negociarla: es para escucharla, acogerla confiadamente en el corazón y tratar de vivir guiados por su luz.

Y esto es especialmente importante tenerlo claro en una sociedad que vive sumida en una tremenda crisis de valores, en una sociedad que vive confundida, mareada, desorientada; instalada en un relativismo que aboca al hombre a una profunda soledad existencial.

Nosotros debemos escuchar la voz de Dios que hoy sigue hablándonos, hemos de estar agradecidos por conocer cuál es el camino de la vida, y hemos de tratar de vivir a la luz de esta Palabra, aunque no la comprendamos. En ella está la vida.

¡Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor. No endurezcáis vuestro corazón!

¡Ven Espíritu Santo! (cf. Lc 11, 13).

¡Os daré un corazón nuevo! ? (cf. Ez 36, 26).

Homilias de D. Jorge Miró

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