Sábado, 29 de enero de 2022

San Valero

Lecturas:

2 Sam 12,1-7a.10-17.  He pecado contra el Señor.

Sal 50, 12-17.  Oh Dios, crea en mí un corazón puro.

Mc 4, 35-41.  ¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!

La primera lectura nos presenta la escena impresionante del encuentro entre el profeta Natán y el Rey David, después de su pecado.

El Papa Francisco tiene varias hermosas predicaciones sobre el pecado de David.

David había caído en la tentación y había cometido pecados importantes: no sólo había adulterado con Betsabé, sino que, en lugar de arrepentirse y pedir perdón, había maquinado una estrategia para tratar de ocultar su pecado. Y como no lo consigue llegará incluso a provocar la muerte de Urías, esposo de Betsabé.

El profeta Natán, enviado por Dios, le hace entender que ha pecado. Y David, que aún tenía el corazón noble, reconoce haber pecado, y así puede recibir el perdón del Señor, aunque tendrá que asumir las consecuencias de su pecado.

Pero no nos podemos quedar en el “recuerdo” de un acontecimiento lejano en la historia.

¿Qué nos quiere decir a nosotros hoy?

- Vive tu vocación a la santidad. No vivas con los criterios del mundo, sino con la mente de Cristo. Invoca todos los días al Espíritu Santo y, como cantamos: cuidaré mis ojos, cuidaré mis manos, cuidaré mi corazón, de todo lo malo, de todo lo vano…

 - Lucha contra la tentación. Todos somos tentados. No te escandalices ni te asustes de ser tentado: el diablo, como león rugiente ronda buscando a quién devorar: resistidle firmes en la fe. Invoca al Espíritu Santo, pide el don de fortaleza; lucha, ora, pide ayuda…

- Si caes, no justifiques tu pecado. No lo escondas ni lo apruebes ni te escandalices de él. No. Dios no deja de amarte nunca. Todos tus pecados están clavados en la Cruz de Jesucristo y lavados con su sangre preciosa. El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. Un corazón contrito y humillado, tú no lo desprecias, Señor. Acércate al sacramento de la Penitencia y entrégaselo al Señor, que te espera para darte su perdón.

- Escucha a los profetas que te envía el Señor. Dios te ama y te habla: a través de su Palabra, de los acontecimientos de tu vida y también a través de “profetas” que te envía para llamarte a la conversión. Porque el pecado nos acaba llevando a la muerte profunda. No rechaces al profeta. Dale gracias a Dios porque cuida de ti.

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

Volver a reflexiones a la Palabra de Dios