Sábado, 27 de noviembre de 2021

Lecturas:

Dan 7, 15-27. El reinado y el dominio serán entregados al pueblo de los santos del Altísimo.

Dan 3, 82-87.  ¡Ensalzadlo con himnos por los siglos!

Lc 21, 34-36   Velad, pues, y orad en todo tiempo.

Hoy concluimos el Año Litúrgico. Con las primeras vísperas del Domingo comenzamos ya el Tiempo de Adviento.

Continúa el profeta Daniel con la explicación del sentido de la visión. Hoy nos aclara el sentido de las “bestias” que representan cuatro reinos que surgirán en el mundo, y especialmente las características de la cuarta bestia: devorará toda la tierra, blasfemará contra el Altísimo, intentará aniquilar a los santos del Altísimo y cambiar el calendario y la ley.

Más allá de las referencias históricas al rey Antíoco Epifanes, es un signo de los reinos e ideologías de ayer y de hoy que quieren rebelarse contra Dios, que quieren ocupar el lugar de Dios.

Cuando el poder humano se extralimita del orden querido por Dios, se auto-diviniza y reclama absoluta sumisión: se convierte entonces en la Bestia ebria de la sangre de los santos. La Bestia tiene a su servicio al falso profeta (cf. Ap 19, 20), que mueve a los hombres a adorarla con portentos que seducen.

Esta visión señala proféticamente todas las insidias usadas por Satanás para gobernar a los hombres, insinuándose en su espíritu con la mentira.

Pero Cristo es el Cordero Vencedor de todo poder que se absolutiza. Frente a este poder, San Juan recomienda la resistencia de los mártires (cf. CDSI 382).

Por eso, el Evangelio nos llama a estar despiertos, en vela, atentos para que las cosas de este mundo no emboten nuestro corazón y se conviertan en las “zarzas” que acaban por ahogar la semilla.

Es una llamada a abrir el corazón al Espíritu Santo, a dejarte guiar por Él y a descansar confiadamente en Dios que te ama. ¡Nadie te ama como Él!

Y un signo de acoger el don del Espíritu Santo es el deseo del encuentro definitivo con el Señor; es poder cantar como en el Salmo: Maranatá. ¡Ven, Señor Jesús!

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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