Sábado, 24 de Abril de 2021

San Fidel de Sigmaringa

Lecturas:

Hch 9, 31-42. Se iba construyendo la Iglesia y se multiplicaba el consuelo del Espíritu Santo.

Sal 115.  ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?

Jn 6, 60-69.  ¿A quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna.

La primera lectura continúa mostrándonos la acción del Espíritu Santo en la vida de la Iglesia, que se iba construyendo y progresaba en la fidelidad al Señor, y se multiplicaba, animada por el Espíritu Santo.

No hemos de olvidar que todo es don, todo es gracia. El Espíritu Santo es el que nos hace ver las cosas como Dios las ve.

Cuando nos falta el Espíritu Santo, nos ocurre lo que a tantos seguidores de Jesús en el Evangelio, y decimos escandalizados: Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?

El gran peligro es sentirte escandalizado por Jesús. Se siente escandalizado por Jesús aquel que no le acepta, aquel que rechaza su doctrina y su enseñanza, aquel que rechaza la Iglesia que Él ha fundado.

Sentirse escandalizado por Jesús es querer convertirte tú en "maestro" para discutir con Jesús, para "negociar" las exigencias del Evangelio, para hacerte el Evangelio a tu medida.

Sentirte escandalizado por Jesús es olvidar que todos somos discípulos, que no tenemos más que un sólo Maestro: Jesucristo, el Señor.

Sentirse escandalizado por Jesús es ponerle condiciones para seguirle, aceptar el evangelio a medias, hacer sólo lo que te conviene.

Porque nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede. Y el que nos prepara el corazón para enamorarnos de Jesucristo y nos unge la Palabra para que la podamos acoger como una buena noticia es el Espíritu Santo.

Él es el que hace que Pedro pueda decir: Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.

Por eso, necesitas pedir cada día el Espíritu Santo. Y especialmente si no ves el amor de Dios en tu vida, si de tu corazón sale la queja y la murmuración, si no puedes orar, si la Palabra de Dios no te dice nada, si te rebotas contra ella, si te estás alejando de la Iglesia…

¡Invoca al Espíritu Santo! Pídele que renueve la faz de la tierra, ¡de la tierra de tu corazón!

¡Déjate renovar por Él! Que puedas decir como el Salmo: ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Señor, (…) rompiste mis cadenas. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor.

¡Os daré un corazón nuevo!  (cf. Ez 36, 26).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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