Sábado, 23 de octubre de 2021

San Juan de Capistrano

Lecturas:

Rom 8, 1-11.  El Espíritu del que resucitó a Cristo de entre los muertos habita en vosotros.

Sal 23.  Esta es la generación que busca tu rostro, Señor.

Lc 13, 1-9. Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.

La Palabra que el Señor nos regala hoy nos invita, como siempre, a la conversión. Nos lo ha dicho de una forma muy clara: si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.

Porque el vivir obstinados en el pecado lleva a la muerte del ser. Así nos advirtió san Pablo hace unos días: la paga del pecado es la muerte, mientras que el don de Dios es la vida eterna en Cristo Jesús.

Dios, que te ha creado por amor y te invita a vivir la vida como una historia de amor y de salvación, quiere que seas feliz, que tengas vida y ¡vida en abundancia! Y Dios, como el padre del hijo pródigo, sufre por el que camina por la senda de los pecadores, porque, como hemos cantado en el Aleluya, No me complazco en la muerte del malvado, sino en que se convierta y viva.

Y la verdadera felicidad está en poder vivir haciendo la voluntad de Dios. Esa es la clave. Nos lo ha recordado el Salmo: ¬El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos… ese recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación.

Y, ¿cuál es la peor de todas idolatrías? La de creer que tú eres dios. Creer que tú eres dueño de tu vida, dueño del bien y del mal… Vivir según tus criterios, tus proyectos, tus planes, tus deseos… Eso es vivir según la carne, como nos ha recordado san Pablo: el deseo de la carne es muerte… el deseo de la carne es hostil a Dios, pues no se somete a la ley de Dios; ni puede someterse.

Pero vosotros no estáis en la carne, sino en el Espíritu. Hay un antes y un después del encuentro con Jesucristo. Entonces descubres y aceptas que tú no eres el maestro, sino el discípulo; que no eres el Señor, sino el siervo.

Y dejas que tu vida la lleve el Señor. Vives abierto al Espíritu Santo, dejando que él reproduzca en ti la imagen de Jesucristo. Te dejas hacer por Él. Y así, experimentas la alegría de la salvación.

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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