Sábado, 17 de septiembre de 2022
San Roberto Belarmino
Lecturas:
1 Cor 15, 35-37.42-49. Se siembra lo corruptible, resucita incorruptible.
Sal 55, 10-14. Caminaré en presencia de Dios a la luz de la vida.
Lc 8, 4-15. Salió el sembrador a sembrar.
En el Aleluya, hemos cantado: Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios con un corazón noble y generoso, la guardan y dan fruto con perseverancia.
Dios creó el universo por la Palabra. Y Dios hace en ti la obra de la nueva creación, por medio de Jesucristo, la Palabra hecha carne, con el don de su Espíritu.
Tu vida puede ser un caos desordenado, vacío, sin sentido; o puede un “cosmos” ordenado por el Espíritu Santo. Puedes vivir como un vagabundo o como un peregrino. Puedes vivir en una soledad poblada de aullidos o con la dulce presencia del Espíritu consolador. ¿De qué depende?
Depende de acoger la Palabra, guardarla en el corazón y dejarla crecer y que vaya dando fruto.
Escuchar es más que oír. Es invocar al Espíritu Santo, para que con el ¬don de entendimiento te unja la Palabra y la puedas acoger como una palabra de amor, de vida y de salvación que Dios, tu Padre, te dirige a ti para que seas feliz.
Y entonces la Palabra es acogida: es decir, no defenderte ante la Palabra, ni rechazarla, ni manipularla, sino desear vivirla en tu vida. Confiar en Aquél que te da la Palabra, creer. Poder decir, como María: ¬hágase en mí según tu Palabra.
Y da fruto con perseverancia, no como un perfeccionismo narcisista que acaba robándole la gloria a Dios, sino -en medio de la precariedad- proclamando la obra que el Señor va haciendo en tu vida.
Pero el enemigo, el diablo, ronda para robarte la Palabra. De ello nos ha advertido el Evangelio.
Las estrategias del Maligno para robarte la semilla son el endurecimiento del corazón, el juicio contra la Palabra o contra el que te la anuncia, la inconstancia, el escándalo ante la cruz, los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y los placeres…
Yo abro brecha delante de vosotros (Cf. Miq 2, 12-13).
¡Ven Espíritu Santo! (cf. Lc 11, 13).