Sábado, 17 de julio de 2021

Lecturas:

Ex 12, 3742.  Fue la noche en que el Señor sacó a Israel de la tierra de Egipto.

Sal 135.  Porque es eterna su misericordia.

Mt 12, 1421. Les mandó que no lo descubrieran. Así se cumplió lo que dijo el profeta

Jesús va anunciando que Él es el Mesías, el Salvador, aquel que anunciaron los profetas. Y vemos como se va decantando la actitud de los que le escuchan.

En los días anteriores hemos contemplado como el Reino de Dios es de los pequeños, de los sencillos, de los que confían. La humildad es la puerta de la fe. El Señor ha escondido estas cosas a los que se creen sabios y entendidos, porque con su soberbia cierran su corazón al Espíritu Santo.

Es lo que nos muestra la Palabra de hoy con la actitud de los fariseos que, encerrados en su orgullo, planearon el modo de acabar con Jesús.

Sin embargo, Jesús no ofrece resistencia a la hostilidad de los fariseos. Se marcha de la Sinagoga y se va con los que le siguen. Jesús es el Mesías sufriente que carga con los pecados y enfermedades del pueblo.

Jesús confía en el plan del Padre. Y también te invita a ti a descansar en la voluntad de Dios, a confiar en la historia que está haciendo contigo, porque, como hemos cantado en el salmo, es eterna su misericordia… en nuestra humillación se acordó de nosotros y nos libró de nuestros opresores.

Jesús sigue curando, pero impone silencio a los enfermos: los curó a todos, mandándoles que no lo descubrieran. Así se cumple lo que el profeta Isaías dijo del Siervo, el elegido y amado de Dios (cf. Is 42).

Este es el verdadero retrato del Mesías: No porfiará, no gritará, nadie escuchará su voz por las calles. La caña cascada no la quebrará, la mecha vacilante no la apagará, hasta llevar el derecho a la victoria; en su nombre esperarán las naciones.

Esto desconcertará a muchos –entonces y ahora–; desconcertará a todos los que buscan a un Mesías triunfante según los criterios del mundo; a todos los que se escandalizan ante el misterio de la cruz.  

Y es que al cielo se sube bajando (cf. Flp 2, 5s).

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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