Sábado, 13 de noviembre de 2021

San Leandro

Lecturas:

Sab 18,14-16;19,6-9. Se vio el mar Rojo convertido en camino practicable, y triscaban como corderos.

Sal 104. Recordad las maravillas que hizo el Señor.

Lc 18,1-8. Dios hará justicia a sus elegidos que le gritan.

El Salmo nos ha invitado a cantar: Recordad las maravillas de Dios.

Ayer veíamos cómo el Espíritu Santo, con el don de ciencia nos da unos “ojos nuevos” para poder tener una mirada contemplativa y ver así en la belleza y grandeza de la creación, al Artista que es el Creador de todo: Dios.

Pero esta mirada contemplativa la hemos de extender también a los acontecimientos de la vida de cada día.

Por eso, es importante hacer memoria de los acontecimientos de tu historia en los que has visto a Dios actuar en tu vida. Lo hemos cantado en el salmo: hablad de sus maravillas.

Así, en los momentos de dificultad, de crisis, de oscuridad, esta memoria agradecida se convierte en un aval que te permite confiar y descansar en medio de la tempestad.

Vivimos la vida con los mismos problemas que los demás, pero el Espíritu Santo te regala poder ver que no estás solo, que el Señor está contigo, que Él lo hace todo nuevo.

Y, en medio de las dificultades y luchas de cada día, en medio de las dudas, en medio de la “noche oscura”, el Evangelio te invita a la oración, como la viuda del Evangelio, con la seguridad de que Dios te ama y escucha tu oración.

Y orar con confianza y perseverancia, con la seguridad de que Dios te escucha, pidiendo confiadamente lo que necesitas, pero especialmente, pidiendo el Espíritu Santo.

El Espíritu Santo es el que, con sus dones, te regala poder vivir el hoy como un tiempo de gracia y de salvación, te regala poder saborear tu vida concreta, porque te hace vivir enamorado de Jesucristo que hace nueva tu vida y te hace experimentar ahí la salvación.

Y el mismo Espíritu te regala poder confiar, descansar, no temer el futuro, porque sella en tu corazón la certeza de Dios te ama, es fiel y no hay nada ni nadie que pueda separarte del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús.

¡Ora! Abre tu corazón al Señor y entrégale todo lo que hay en él: alegrías, penas, agobios, miedos, pecados, complejos, heridas, proyectos, inquietudes, fracasos… ¡No tengas miedo! ¡Sé sincero con el Señor! Nadie te ama como Él. No dejará de amarte nunca. Quiere que tengas vida y vida en abundancia.

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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