Sábado, 13 de agosto de 2022

Santos Ponciano e Hipólito

Lecturas:

Ez 18, 1-10.13b.30-32.  Os juzgaré a cada uno según su proceder.

Sal
50, 12-19.  Oh Dios, crea en mí un corazón puro.

Mt 19, 13-15.  No impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el Reino de los Cielos.

La Palabra hoy nos invita seriamente a la conversión. Tanto el profeta Ezequiel como el Salmo, nos lo han dicho: Arrepentíos y convertíos de vuestros delitos… Convertíos y viviréis… Oh Dios, crea en mí un corazón puro…

También nos ha mostrado algunas actitudes que nos preparan para la conversión. Antes del Evangelio hemos cantado: Bendito seas, Padre, Señor de cielo y la tierra, porque has revelado los secretos del reino a la gente sencilla. Y Jesús nos ha dicho en el Evangelio que de los que son como niños es el reino de los cielos.

¿Qué es ser como niño?

Jesús bendice a los niños y les impone las manos, revelando así que están plenamente capacitados para entrar en el Reino. Los niños simbolizan a los auténticos discípulos.

El niño sabe acoger. Sabe vivir en la gratuidad. Por eso es suyo el Reino de Dios, que es puro don y solo lo poseerán los que como tal lo reciban.

Se trata de acoger el Reino como un niño pequeño de recibirlo con sencillez como don del Padre, en lugar de exigirlo como un derecho. Jesús le dijo a Nicodemo: el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios (cf. Jn 3, 3).

El secreto de la verdadera grandeza está en hacerse pequeño como un niño, en entrar por la puerta estrecha: esta es la verdadera humildad, sin la cual no se puede ser hijo del Padre celestial. Al cielo se sube, bajando.

El niño es débil e indefenso. Necesita de otro más fuerte. Solo no puede vivir. Así estamos llamados a descubrir nuestra absoluta necesidad de Dios, para que, desconfiando de nuestras fuerzas, le invoquemos humildemente. Entonces estaremos en la actitud de recibir su Reino.

Yo abro brecha delante de vosotros (Cf. Miq 2, 12-13).

¡Ven Espíritu Santo! 🔥  (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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