Sábado, 11 de junio de 2022

San Bernabé, apóstol

Lecturas:

Hch 11, 21b-26; 13, 1-3. Era un hombre bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe.

Sal 67. El Señor revela a las naciones su justicia.

Mt 5, 33-37. Yo os digo que no juréis en absoluto.

Celebramos hoy la memoria de san Bernabé, apóstol. "Bernabé", que significa hijo de la exhortación o hijo del consuelo, y es el sobrenombre de un judío levita oriundo de Chipre, establecido en Jerusalén, que fue uno de los primeros en abrazar el cristianismo.

Garante de la conversión de Saulo ante la comunidad cristiana de Jerusalén, que todavía desconfiaba él. Fue a buscar a Pablo, en Tarso, donde se había retirado, y con él pasó un año entero, dedicándose a la evangelización.

La Iglesia de Antioquía envió a Bernabé en misión, junto a Pablo, recorriendo las regiones de Chipre y la actual Turquía. Junto a Pablo, acudió después al concilio de Jerusalén.

Después de la conversión del pueblo de Israel y el desprestigio de Baal, la sequía llega a su fin, probando la eficacia de la Palabra de Dios y que Baal es un ídolo muerto. Yahvé, el Dios de Israel, es Señor de la historia, Señor de la creación, como hemos cantado en el Salmo: Tú cuidas la tierra, la riegas y la enriqueces sin medida.

También nos habla la Palabra del poder de la intercesión: Santiago lo confirma: mucho puede la oración intensa del justo (cf. St 5, 16-18).

El Evangelio nos invita a descubrir la novedad de Jesucristo. Ayer nos decía que no he venido a abolir [la Ley y los Profetas], sino a dar plenitud. Hoy nos invita a que nuestra justicia sea mayor que la de los escribas y fariseos.

Por eso escucharemos durante varios días a Jesús diciendo se dijo a los antiguos…, pero yo os digo. ¿En qué consiste esta plenitud de la Ley de Cristo, y esta mayor justicia que él exige?

Dice Benedicto XVI que la novedad de Jesús consiste en que él mismo «llena» los mandamientos con el amor de Dios, con la fuerza del Espíritu Santo.

Y, por eso ser cristiano no es un moralismo sino una gracia, no es una exigencia, sino un don… Es el Espíritu Santo el que nos capacita para vivir de esta manera. Eso es lo que hace que el yugo sea suave y la carga ligera.

Por eso no basta con un “cumplimiento” externo. No basta con no matar. El Espíritu Santo renueva tu corazón para que puedas vivir desde lo más profundo de tu corazón: el perdón y la reconciliación.

¡Ven Espíritu Santo! 🔥 (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

Volver a reflexiones a la Palabra de Dios