Sábado, 10 de julio de 2021

Beatos Carmelo Bolta y Francisco Pinazo

Lecturas:

Gn 49, 29-32; 50, 15-26a. Dios cuidará de vosotros.

Sal 104 Los humildes, buscad al Señor y revivirá vuestro corazón.

Mt 10, 24-33 No tengáis miedo a los que matan el cuerpo.

Sigue la historia de José.

Hoy, además de todo que el Señor ha dicho anteriormente, te

invita a tener una mirada de fe sobre tu historia y, a no vivir en

el resentimiento, sino en el perdón: Vosotros intentasteis hacerme mal, pero Dios intentaba hacer bien para dar vida a un pueblo numeroso… No temáis. Yo os mantendré… Y los consoló hablándoles al corazón… Dios cuidará de vosotros y os llevará a esta tierra…

Cuando te fías del Señor y dejas actuar su Espíritu, experimentas su consuelo.

Entonces es cuando el dolor y las heridas son sanadas y redimidas. Forman parte de tu historia, pero ya no te duelen.

Con el don del Espíritu Santo puedes contemplar como Jesucristo Resucitado sale victorioso del sepulcro de tus heridas,

te rescata de la muerte y te regala una vida nueva: unos ojos nuevos

con los que puedes ver tu vida como una historia de amor y de salvación

que Dios está haciendo contigo; unos labios nuevos, con los que

puedes bendecir en lugar de condenar, alabar en lugar de murmurar;

y un corazón nuevo en el que ya no hay lugar para el odio, el

resentimiento y el rencor, sino para la misericordia, la benevolencia y

el perdón, porque está habitado por el Espíritu Santo.

Pero esto sólo lo puede vivir el humilde: el que deja que su vida

la lleve el Señor, y la lleve por dónde Él quiera llevarla. El que le puede entregar al Señor sus proyectos, sus planes… su vida.

El que tiene experiencia del Amor de Dios que puede decirle: confío en ti, tal en que tus planes son mejores que los míos.

Este es el que vive cada día en la gratitud, en la acción de gracias, en

la alabanza.

La fe se vive en la gratuidad: todo es don recibido y acogido. Y don gratuito, no merecido ni exigido ni comprado. Por eso lleva a la alabanza, a la gratitud, a la alegría. ¡Cómo agradecer tanto

don recibido!

No tengáis miedo, termina diciéndonos el Evangelio. Vosotros

valéis más que los gorriones. Dios te ama y cuida de ti. En cada momento.

Todos los días.

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! (cf. Lc 11, 13)

Homilias de D. Jorge Miró

Volver a reflexiones a la Palabra de Dios