Miércoles, 31 de agosto de 2022

San Ramón Nonato

Lecturas:

1 Cor 3, 1-9.  Nosotros somos colaboradores de Dios.

Sal 32, 12-15.20-21.  Dichoso el pueblo que el Señor se escogió.

Lc 4, 38-44.  También en las demás ciudades debo anunciar la Buena Noticia de Dios

Después de haber mostrado san Pablo cómo la vida cristiana es una vida en el Espíritu, que nos lleva hasta tener la mente de Cristo y, más aun, a poder decir como san Pablo: Ya no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí, hoy san Pablo constata cómo algunos corintios viven cerrados a la acción del Espíritu, viviendo según los deseos de la carne, pues los que viven según la carne desean las cosas de la carne; en cambio, los que viven según el Espíritu, desean las cosas del Espíritu (cf. Rom 8, 5).

Y la Palabra nos muestra algunos signos que nos pueden ayudar a discernir si estamos abiertos o no a la acción del Espíritu.

Jesucristo en el centro. El Espíritu siembre nos lleva a Jesucristo y lo pone en el centro. Él es el Señor, el único Señor, el Rey de reyes. Él es la piedra angular sobre la que se construye todo.

Envidias, contiendas y divisiones. No proceden del Espíritu, sino del diablo, que es el que separa, el que enfrenta.

La envidia nace de mirar al otro con los ojos del hombre viejo; nace de la desconfianza hacia Dios… En el fondo, es un pecado contra la fe. Es decirle a Dios: ¡qué mal repartes los dones! Cuando uno mira con los ojos de la fe ve al otro como un don y no como un rival. Y alaba a Dios por la obra que está haciendo con el hermano.

Las contiendas y divisiones suelen venir de querer imponer nuestro proyecto de comunidad, de querer tener un afán de protagonismo que no nos corresponde a nadie. De ahí empieza a brotar el juicio, luego viene la murmuración y, al final, se llega al enfrentamiento y a la división.

La comunidad cristiana no es un grupo de amigos, es un pueblo santo: Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad. Los hermanos no se eligen, se acogen como un don de Dios.

Y un pueblo que no tiene más proyecto que hacer la voluntad de Dios. Y por eso, el modo de proceder no es la discusión sino el discernimiento, y vive en actitud de oración, escuchando al Espíritu.

Yo abro brecha delante de vosotros (Cf. Miq 2, 12-13).

¡Ven Espíritu Santo! 🔥 (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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