Miércoles 27 de Enero de 2021

Santa Ángela de Mérici

Lecturas:

Heb 10, 11-18.  Ha perfeccionado definitivamente a los que van siendo santificados.

Sal 109.  Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.

Mc 4, 1-20.   Salió el sembrador a sembrar.

La clave para entender hoy la Palabra que el Señor nos regala nos la da el versículo del Aleluya: La semilla es la palabra de Dios, y el sembrador es Cristo; todo el que lo encuentra vive para siempre

Ser cristiano es dejar crecer esta semilla que recibiste como un don gratuito el día de tu bautismo.

¿Cómo?

Ha terminado la parábola del sembrador diciendo que los que reciben la semilla en tierra buena, escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno.

 Tres tiempos: escuchar, aceptar, dar fruto.

En primer lugar, escuchar, que es más que oír. Es invocar al Espíritu Santo, para que con el don de entendimiento te unja la Palabra y la puedas acoger como lo que es, una palabra de amor, de vida y de salvación que Dios, tu Padre, te dirige a ti.

Después, aceptar: es decir, acoger, fiarte, creer. No defenderte ante la Palabra, ni rechazarla, ni manipularla, sino desear vivirla en tu vida.

Y también dar fruto: será el signo de que has escuchado y acogido. Dar fruto, no como un perfeccionismo narcisista que acaba robándole la gloria a Dios, sino -en medio de la precariedad- proclamando la obra que el Señor va haciendo en tu vida.

También nos ha advertido la Palabra de varios peligros que no dejan crecer la semilla.

 Viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. Ojo con el demonio, que aprovecha cualquier circunstancia para robarnos la semilla: el que no te “guste” la Palabra, la persona que te propone la Palabra…

Son inconstantes. Nos hemos de animar unos a otros a caminar y pedirle al Espíritu Santo el don de la perseverancia.

Los afanes de la vida, la seducción de las riquezas… ahogan la palabra y se queda estéril. En el Aleluya de ayer cantábamos: Señor, has revelado los secretos del Reino a la gente sencilla.

 ¡Os daré un corazón nuevo!  (cf. Ez 36, 26).

 ¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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