Miércoles, 26 de mayo de 2021

San Felipe Neri

Lecturas:

Eclo 36, 1. 4-5a. 10-17. Que sepan las naciones que no hay otro Dios fuera de ti.

Sal 78. Muéstranos, Señor, la luz de tu misericordia.

Mc 10, 32-45. Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado.

El Evangelio nos presenta a Jesús que con sus discípulos, van subiendo hacia Jerusalén,

Subir a Jerusalén es mucho más que una referencia geográfica. En el evangelio es todo un signo del discipulado: Toda la vida del discípulo es subir a Jerusalén, para vivir con el Señor su Misterio Pascual, su pasión, muerte y resurrección, hasta que lleguemos a la meta, al cielo, a la Jerusalén celeste.

Pero, en este caminar, tú y yo, tantas veces estamos tan despistados como los discípulos: estaban sorprendidos y tenían miedo. Jesús, por tercera vez, les anuncia que va a morir en la cruz… y ellos van pensando y reclamando los puestos de honor.

Y Jesús les dice: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; y quien quiera ser primero, sea esclavo de todos.

Y este diálogo lo quiere tener hoy el Señor contigo: ¿De qué vas hablando por el camino? ¿Dónde está el centro de tus preocupaciones? ¿Cuáles son tus miedos? ¿Qué es lo que te sorprende de Jesucristo?

La Palabra nos invita a no ir por el camino de la amistad con el mundo que es enemistad con Dios. A no ir por el camino de la ambición o de la envidia sino por el camino de la humildad. A descubrir que al cielo, se sube bajando.

Es lo que hizo Jesús, que siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza (cf. 2 Cor 8, 9).

Y si quieres encontrarte con Jesús, has de ir al último puesto. Porque ahí está Jesús. Escondido en el pesebre de Belén… escondido en la humillación de la Cruz. Y el encuentro con Jesús llenará tu vida.

En cambio, si buscas los puestos de honor, encontrarás tal vez el “glamour” de este mundo, el éxito, el dinero… pero ahí no está el Señor. Ahí encontrarás vanidad de vanidades, todo era vanidad y caza de viento (cf. Qo 2, 11).

Al cielo se sube, bajando. El camino que lleva a la gloria no es buscar los primeros puestos, sino servir hasta dar la vida.

Las condiciones para sentarse con Él en la gloria se expresan con las imágenes del cáliz y el bautismo: seguimiento, discipulado, comunidad, perder la vida, tomar la cruz….

¡Os daré un corazón nuevo!  (cf. Ez 36, 26).

¡Ven Espíritu Santo!  (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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