Miércoles, 24 de noviembre de 2021

San Andrés Dung-Lac y compañeros

Lecturas:

Dan 5,1-6.13-14.16-17.23-28. Aparecieron unos dedos de mano humana escribiendo.

Sal: Dan 3,62-67. Ensalzadlo con himnos por los siglos.

Lc 21, 12-19.   Todos os odiarán por mi nombre, pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá.

El rey Baltasar pasará a la historia como símbolo de los hombres sacrílegos que presumen de no temer ni respetar a Dios: ha mandado traer los vasos sagrados del templo de Jerusalén y los ha puesto al servicio de los ídolos, alabando a sus dioses de oro y plata...

La arrogante conducta del rey, que es una ofensa al Dios Altísimo, suscita la respuesta de Dios. Así, el rey ve unos dedos de mano humana escribiendo sobre el revoque del muro del palacio.

Una vez más, los sabios y astrólogos son incapaces de explicar el significado de lo escrito.

Y será Daniel quien tenga una palabra profética: Te has rebelado contra el Señor del cielo… Has alabado a dioses de plata y oro… que ni ven, ni oyen, ni entienden; mientras que al Dios dueño de tu vida y tus empresas no lo has honrado.

Contado. Pesado. Dividido. Daniel acusa el rey Baltasar por tres pecados: orgullo, sacrilegio e idolatría.

Pero estas tentaciones son siempre actuales: dejarnos seducir por los ídolos, ídolos que no pueden darnos la vida y, por eso, nos dejan siempre vacíos e insatisfechos… ídolos mudos, que jamás podrán darnos vida, ni siquiera una palabra de amor y de salvación.

Por eso, la Palabra de Dios nos recuerda la clave para permanecer fieles: con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas, sé fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida.

Perseverar quiere decir mantenernos fieles a Jesucristo y en comunión con la Iglesia.

Pero Jesús nos dice que esta fidelidad y perseverancia no son fáciles: el que quiera mantenerse fiel sufrirá persecución y será abandonado y traicionado por los hombres: todos os odiarán a causa de mi nombre.

Además, el Señor nos invita a no tener miedo, a vivir confiando en su amor y en su misericordia: yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro…, ni un cabello de vuestra cabeza perecerá.

La sabiduría del Espíritu Santo, que es la que hará que toda nuestra vida sea, como la de Daniel y la de todos los que han permanecido fieles al Señor, un cántico de alabanza al Señor: ¡Ensalzadlo con himnos por los siglos!

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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