Miércoles, 21 de Abril de 2021

San Anselmo

Lecturas:

Hch 8, 1b-8.  Al ir de un lugar para otro, iban difundiendo el Evangelio.

Sal 65.  Aclamad al Señor, tierra entera.

Jn 6, 35-40.  Esta es la voluntad del Padre: que todo el que ve al Hijo tenga vida eterna.

En la primera lectura contemplamos cómo después del martirio de Esteban se desató una violenta persecución contra la Iglesia de Jerusalén; todos, menos los apóstoles, se dispersaron por Judea y Samaria.

Y la Palabra nos invita a tener una mirada de fe sobre los acontecimientos, sobre la historia, también sobre tu propia historia: porque sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que lo aman (cf. Rom 8, 28).

Y así, de un mal –la persecución–, Dios saca un bien: Al ir de un lugar para otro, los prófugos iban difundiendo el Evangelio. Dios escribe recto con renglones torcidos.

Dice el Catecismo (312): con el tiempo, se puede descubrir que Dios, en su providencia todopoderosa, puede sacar un bien de las consecuencias de un mal, incluso moral, causado por sus criaturas: "No fuisteis vosotros, dice José a sus hermanos, los que me enviasteis acá, sino Dios [...] aunque vosotros pensasteis hacerme daño, Dios lo pensó para bien, para hacer sobrevivir [...] un pueblo numeroso" (Gn 45, 8;50, 20). Del mayor mal moral que ha sido cometido jamás, el rechazo y la muerte del Hijo de Dios [...], Dios, por la superabundancia de su gracia, sacó el mayor de los bienes: la glorificación de Cristo y nuestra Redención. Sin embargo, no por esto el mal se convierte en un bien.

Y nos invita también a ver las consecuencias de acoger el Evangelio: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría.

En la medida en que acogemos la Buena Noticia del Evangelio, en la medida en que vamos dejando a Jesucristo ser Señor de nuestra vida, nuestro corazón va siendo transformado: los primeros signos, la alegría y el amor fraterno, la renuncia a Satanás y a todas sus seducciones y el empezar a vivir una vida nueva, la vida en el Espíritu.

¡Os daré un corazón nuevo!  (cf. Ez 36, 26).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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