Miércoles, 17 de agosto de 2022

Beato Ángel Agustín Mazzinghi

Lecturas:

Ez 34, 1-11.  Libraré a mis ovejas de sus fauces para que no sean su manjar.

Sal 22, 1-6.  El Señor es mi pastor, nada me falta.

Mt 20, 1-16a.  ¿Vas a tener tú envidia porque soy yo bueno?

En el Aleluya de hoy hemos cantado: La palabra de Dios es viva y eficaz; juzga los deseos e intenciones del corazón (cf. Hb 4, 12).

En la primera lectura, el Señor hace una llamada seria a los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos… No habéis robustecido a las débiles…, ni vendado a la herida; no habéis recogido a la descarriada, ni buscado a la que se había perdido.

Y anuncia que Yo mismo buscaré mi rebaño y lo cuidaré. Esta promesa, de la que también nos habla el Salmo, se cumple en Jesucristo, que es el Buen Pastor, que ha dado la vida por las ovejas.

Y es una Palabra que hoy nos llama a la conversión a todos los que participamos en la misión pastoral de la Iglesia, especialmente los sacerdotes, pero también todos los que reciben de la Iglesia la misión para participar en la tarea pastoral (catequistas, padres, padrinos, servidores…).

Hemos de invocar cada día al Espíritu Santo, para que nos conceda el corazón del buen pastor: manso, humilde, agradecido, obediente a la voluntad de Dios, en comunión con la Iglesia, y entregado hasta dar la vida por las ovejas que el Señor nos ha encomendado.

El Evangelio nos vuelve a plantear el tema de la gratuidad del amor de Dios y de la salvación. El Evangelio de hoy termina como el de ayer: los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.

La parábola nos invita a entrar en otra “lógica”: en el corazón de Dios;  a pasar de la lógica del mérito al mundo de la gratuidad, que es el secreto del Reino de Dios. Todo es don, todo es gracia.

Pero Dios respeta siempre tu libertad y te pide aceptar este don;  que te dejes transformar por el Espíritu Santo, dejando que Él haga en ti la obra de la santidad.

Entonces no brotará de tu corazón la envidia del resentido, sino la alegría y la gratitud del enamorado que ha recibido más de lo que podía esperar.

Yo abro brecha delante de vosotros (Cf. Miq 2, 12-13).

¡Ven Espíritu Santo! 🔥 (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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