Miércoles, 16 de noviembre de 2022

Santa Margarita de Escocia

Lecturas:

Ap 4, 1-11.   Santo es el Señor, soberano de todo.

Sal 150, 1-6.   Santo, santo, santos es el Señor, soberano de todo.

Lc 19,11-28.  ¿Por qué no pusiste mi dinero en el banco?

La Palabra hoy nos invita a huir de la idolatría y a vivir el primer mandamiento. De entre todas, hay dos idolatrías especialmente peligrosas.

La primera es la de creer que tú eres dios. Que eres quien decide qué es lo que está bien y qué lo que está mal, que llevas tu vida por donde tu quieres, que eres dueño de tu historia, de tu vida, de tu cuerpo, de tu tiempo, de tu dinero…

La segunda es fabricarte un dios a la medida de tus deseos. Aunque el fondo, te habrías fabricado un ídolo. Un ídolo que no te complique la vida, que te diga lo que quieres oír, que no te llame a la conversión…

Y hoy la palabra te invita a poner a Dios en el centro: Santo, Santo, Santo es el Señor Dios, el todopoderoso. La primera lectura nos muestra la visión del cielo en el que está Dios sentado en el trono: El Señor reina, vestido de majestad; el Señor, vestido y ceñido de poder: así está firme el orbe y no vacila. Tu trono está firme desde siempre, y tú eres eterno (cf. Sal 93).

Él tiene todo en sus manos y nos invita a vivir en la confianza. Aunque el misterio del mal nos desconcierte tantas veces, el diablo ha sido derrotado para siempre. Por eso, está delante del trono un mar transparente, semejante al cristal: Tú hendiste con fuerza el mar, rompiste las cabezas del dragón marino… Venid a ver las obras de Dios…, transformó el mar en tierra firme¬ (cf. Sal 74, 13; 66, 5-6).

Y los frutos de esta contemplación del gobierno amoroso de Dios son el descanso confiado, la alabanza, la adoración y la entrega: Eres digno, Señor, Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado el universo; porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Y este es el sentido también de la parábola de los talentos: el que tiene este encuentro con Dios, no se guarda nada para sí, lo arriesga todo por el Señor. Y así, la fe, como el amor, va creciendo en la medida en que se entrega: Al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.

Yo abro brecha delante de vosotros (Cf. Miq 2, 12-13).

¡Ven Espíritu Santo! 🔥 (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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