Miércoles, 15 de junio de 2022

Santa María Micaela del Santísimo Sacramento

Lecturas:

2 Re 2, 1. 6-14. Los separó un carro de fuego, y Elías subió al cielo.

Sal 30. Sed fuertes y valientes de corazón los que esperáis en el Señor.

Mt 6, 1-6. 18-19. Tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.

Hoy el Señor nos invita a evitar dos grandes tentaciones que brotan de nuestro corazón herido por el pecado original y, por eso, aparecen con mucha facilidad: vivir en la apariencia y robarle la gloria a Dios. Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos… cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha.

Jesús nos invita a practicar el ayuno, la oración y la limosna, las tres obras de misericordia fundamentales previstas por la ley de Moisés.

Pero nos invita a vivirlo con un espíritu nuevo. Porque con el tiempo, los fariseos cayeron en el formalismo exterior o se convirtieron en un signo de superioridad (cf. el fariseo y el publicano, Lc 18).

Ni brotan del deseo de ser vistos por los demás, ni buscan el aplauso o la admiración humanas, ni pretenden “comprar” la salvación o tranquilizar la conciencia.

El discípulo da limosna, ora y ayuna en presencia del Señor y para servirle. Lo hace desde la gratuidad y sin esperar nada a cambio; ni siquiera el reconocimiento.

Cuando vamos “mendigando” el aplauso, el reconocimiento y el afecto de los demás, es signo de un corazón vacío, que va pidiendo las migajas de la limosna para vivir en una idolatría que nos acaba llevando a la insatisfacción y a la muerte.

El ayuno, la oración y la limosna brotan de un corazón enamorado y agradecido; de un corazón lleno de alegría y confianza porque está habitado por el Espíritu Santo. Dios ve en lo escondido del corazón, y esa es la verdadera recompensa.

Nos invita a vivir estas obras no por amor propio, sino por amor a Dios, como medios para nuestra conversión.

¡Ven Espíritu Santo! 🔥 (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

Volver a reflexiones a la Palabra de Dios