Miércoles, 15 de febrero de 2023

Beato Vicente Vilar David

Lecturas:

Gén 8, 6-13. 20-22.  Miró y vio que la superficie del suelo estaba seca.

Sal 115.  Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza.

Mc 8, 22-26.  El ciego estaba curado y veía todo con claridad.

Hoy contemplamos el final del relato del diluvio, que nos anuncia que la misericordia divina ha prevalecido sobre el juicio; que Dios es fiel y cumple sus promesas: No volveré a maldecir el suelo a causa del hombre, porque la tendencia del corazón humano es mala desde la juventud. 

       Más allá de la infidelidad del hombre, habrá siempre un resto fiel al que se preservará para garantizar la continuación del designio de salvación.

Y nos muestra a Noé que construyó un altar al Señor, tomó animales y aves de toda especie pura y los ofreció en holocausto sobre el altar.

Y es que la Creación se ha hecho con el fin de ser un espacio de adoración y de alabanza. Lo hemos cantado en el Salmo: Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza. Vivir en adoración es reconocer la santidad y la grandeza de Dios. Es proclamar con el salmista: ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor.

Dios ha creado el Universo para vivir con los hombres una historia de amor. El hombre, que acoge en su vida el amor gratuito y fiel de Dios, ve cómo brota de su corazón la gratitud, la alabanza y la adoración.

Y el verdadero sacrificio consiste en vivir cada día poniendo al Señor en el centro de la vida: Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, a que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios; este es vuestro culto espiritual. Y no os amoldéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir cuál es la voluntad de Dios, qué es lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto (cf. Rom 12, 1-2).

Pero, para ello necesitamos que el Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine los ojos de nuestro corazón, para que comprendamos cuál es la esperanza a la que nos llama (cf. Ef 1, 17-18).

      Yo abro brecha delante de vosotros (Cf. Miq 2, 12-13).

       ¡Ven Espíritu Santo! 🔥 (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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