Miércoles, 11 de agosto de 2021

Santa Clara

Lecturas:

Dt 34,1-12: Murió Moisés, como había dicho el Señor, y ya no surgió otro profeta como él.

Sal 65: Bendito sea Dios, que me ha devuelto la vida.

Mt 18, 15-20.  Si te hace caso, has salvado a tu hermano

La primera lectura nos narra la muerte de Moisés, contemplando la tierra prometida, pero sin llegar a entrar en ella.

Nos habla de la fidelidad de Dios, que cumple sus promesas, que precede y acompaña a su pueblo. Muere Moisés y Yahvé le encarga la misión a Josué, que estaba lleno del espíritu de sabiduría. Las personas pasan, la fidelidad de Dios permanece.

De esta fidelidad el salmo nos invita a dar testimonio. Alabar, bendecir al Señor y proclamar sus obras, contar lo que ha hecho conmigo.

Ese es el testigo. No ser chismosos o simples eruditos, sino testigos: que anunciamos lo que hemos visto y oído.

El Evangelio nos plantea el tema de la corrección fraterna en el seno de la comunidad cristiana con vistas a la vida eterna. Esta es una de las obras de misericordia: corregir al que yerra. Es una dimensión importante de la caridad. Los hermanos nos hemos de ayudar a convertirnos, a crecer y madurar en la fe.

Pero siempre hemos de hablar con amor, buscando vencer el mal con la fuerza del bien (cf. Rom 12, 21).

Y todo ello, con el ánimo de buscar el bien del hermano, no su destrucción. No se trata de juzgar ni condenar, sino de ayudar, movidos siempre por el amor y la misericordia, y con humildad y delicadeza.

Siempre con el criterio de San Agustín: Ama y haz lo que quieras: si callas, calla por amor; si gritas, grita por amor; si corriges, corrige por amor; si perdonas, perdona por amor. Exista dentro de ti la raíz de la caridad; de dicha raíz no puede brotar sino el bien (cf. In 1 Joh 7, 8).

También nos habla el Evangelio de la fuerza de la oración comunitaria: estar unidos en el nombre de Jesús significa estar en comunión con su Persona, su doctrina y con su Cuerpo, que es la Iglesia.

Entonces el grupo se convierte en comunidad, habitada por la presencia del Resucitado.

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

Volver a reflexiones a la Palabra de Dios