Miércoles, 10 de agosto de 2022

San Lorenzo

Lecturas:

2 Co 9, 6-10. Al que da de buena gana lo ama Dios.

Sal 111.  Dichoso el que se apiada y presta.

Jn 12, 24-26.  A quien me sirva, el Padre lo premiará.

La Palabra que el Señor nos regala hoy, en esta fiesta de san Lorenzo mártir, nos invita a vivir de la fe y a ser testigos de Jesucristo vivo y Resucitado.

Cuando uno es tocado por el amor de Dios, esta experiencia del amor gratuito, fiel y generoso de Dios le impulsa a salir de sí mismo para donarse, porque experimenta que se es más feliz al dar que al recibir (cf. Hch 20, 35).

Vive lo que nos dice la Palabra: el que siembra tacañamente, tacañamente cosechará; el que siembra generosamente, generosamente cosechará… su caridad es constante, sin falta… si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde.

Experimenta una sabiduría que no es de este mundo: que con el egoísmo uno parece que va ganando, pero acaba perdiendo. En cambio, con la donación de ti mismo y de los bienes que has recibido (tiempo, dinero, talentos, carismas…) parece que sales perdiendo, pero ves que Dios te da el ciento por uno: Al cielo se sube bajando.

En estos días celebramos a algunos mártires, antiguos como san Lorenzo, san Ponciano, y san Hipólito; y otros modernos como santa Teresa Benedicta de la Cruz, y san Maximiliano María Kolbe.

El mártir sigue al Señor hasta las últimas consecuencias, aceptando libremente morir por la salvación del mundo, en una prueba suprema de fe y de amor (cf. LG 42).

¿De dónde nace la fuerza para afrontar el martirio? Nadie da lo que no tiene. De la profunda e íntima unión con Cristo, porque el martirio no es el resultado del esfuerzo humano, sino la respuesta a una iniciativa y a una llamada de Dios; es el fruto de acoger el don de fortaleza, con el que el Espíritu Santo nos capacita para entregar la propia vida por amor a Cristo y a la Iglesia.

Yo abro brecha delante de vosotros (Cf. Miq 2, 12-13).

¡Ven Espíritu Santo! 🔥 (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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