Miércoles, 1 de diciembre de 2021

Lecturas:

Is 25.6-10a. El Señor preparará para todos los pueblos un banquete. En aquel día enjugará las lágrimas de todos los rostros y nos salvará.

Sal 22. Habitaré en la casa del Señor por años sin término.

Mt 15,29-37. El Señor cura a los enfermos. Multiplica los panes y los peces.

Hoy la Palabra quiere invitarte a descubrir que Dios te ha creado porque te ama y te invita a vivir la vida como una historia de amor.

Por eso, ser cristiano no es un moralismo, un mero cumplimiento de normas. Ser cristiano es vivir una vida de amistad con el Señor, es abrirle el corazón para que Él viva en ti, y puedas decir, como san Pablo: vivo, pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí (cf. Gal 2, 20).

La primera lectura es un anuncio profético de lo que el Señor quiere hacer en tu vida si le dejas entrar, si dejas que Él sea el Señor de tu vida. El Señor anuncia tres hermosos regalos para aquellos que se fíen de él y le acojan.

El primer regalo es su presencia, que con el don de su Espíritu lo hace todo nuevo: arrancará en este monte el velo que cubre a todos los pueblos. Aparecerá en tu corazón la luz que es Jesucristo Resucitado, que ¡vive! e ilumina tu vida de cada día para que puedas ver el amor de Dios en tu historia concreta. Y te llena de alegría y de paz.

El segundo, es que aniquilará la muerte para siempre: no desaparecen los problemas ni las debilidades, pero puedes ver que no estás solo, que el Señor está contigo, y que con Él, puedes reinar en tu cruz, que no es árbol de muerte, sino de vida. Empiezas a gustar la vida eterna.

El tercero, es que el Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros: puedes gozar del dulce huésped del alma que enjuga tus lágrimas, te consuela y transfigura tus sufrimientos, haciendo que no te destruyan sino que sean lágrimas de bienaventuranza, porque fiado en el Señor vives como hemos cantado en el salmo: Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan.

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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