Martes, 9 de noviembre de 2021

Dedicación de la Basílica de Letrán

Lecturas:

Ez 47, 1-2. 8-9. 12. Vi que manaba agua del templo.

Sal 45, 2-9.  El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios.

1 Co 9c-11. 16-17.  Sois templo de Dios.

Jn 2, 13-22.  Hablaba del templo de su cuerpo

Celebramos hoy la fiesta de la dedicación de la Basílica de Letrán, en Roma. Es la catedral del Papa como Obispo de Roma.

Por ello celebramos esta fiesta en todo el mundo, con el fin de honrar a la que es madre y cabeza de todas las iglesias, en señal de amor y unidad para con la cátedra de Pedro.

Hoy, el Señor nos invita a descubrir que Él está vivo, está presente en medio de su pueblo, camina con nosotros guiándonos hasta la meta de la fe que es la vida eterna.

La fe no es una teoría, sino una historia de amor y de salvación entre Dios y nosotros. Y esa historia de amor, Dios quiere vivirla invitándonos a formar parte de su pueblo que es la Iglesia.

Hoy el Señor quiere invitarte a descubrir la grandeza de la Iglesia. La Iglesia es grande, porque Dios es grande. La Iglesia, pueblo de Dios, es santa porque Dios es santo. Y en esta Iglesia has sido llamado a vivir la fe.

Por ello, hoy es un día, también, de acción de gracias a Dios por el don de la fe y por el don de la Iglesia a la que Él te ha llamado, no por tus méritos sino conforme a su bondad.

En la Iglesia actúa el Señor, en ella te regala su Palabra, luz que ha de alumbrar tu vida; en ella te bendice con los Sacramentos, signos de su amor y fortaleza de tu vida; en ella derrama con abundancia los carismas y los ministerios, don de Dios para el mundo; en ella está presente la fuerza del Espíritu, que te hace crecer en el camino de la santidad para que puedas, como Cristo, vivir haciendo la voluntad del Padre.

Esta fiesta te recuerda que el cristiano es templo vivo y verdadero de Dios. Él habita no sólo en templos construidos por hombres, sino principalmente en el alma hecha a imagen de Dios.

Somos templo del Dios vivo, y con nuestra vida hemos de dar gloria a Dios, abriéndonos al don del Espíritu.

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ?  (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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