Martes, 7 de junio de 2022

Lecturas:

1 Re 17, 7-16.  La orza de harina no se vació, como dijo el Señor.

Sal 4, 2-8.  Haz brillar sobre nosotros, Señor, la luz de tu rostro.

Mt 5, 13-16.  Vosotros sois la sal y la luz del mundo.

En la primera lectura nos encontramos con el profeta Elías. Su nombre significa el Señor es mi Dios. Elías es enviado por Dios al rey Ajab, esposo de la fenicia Jezabel, que había introducido en Israel el culto idolátrico a Baal, dios propiciador de la lluvia. El rey de Israel ha decido abandonar al Dios de la Alianza.

Dos poderes se enfrentan: un rey idólatra y Yahvé, el Dios vivo, santo y fiel, que ha hecho una Alianza de amor con su pueblo, que responderá a la idolatría anunciando la sequía sobre Israel.

Elías tendrá que huir y esconderse en el torrente Querit, donde es cuidado por el Señor y luego a la región de Sarepta, donde es alimentado por una viuda generosa.

El milagro que contemplamos hoy, la orza de harina no se vaciará la alcuza de aceite no se agotará hasta el día en que el Señor conceda lluvias sobre la tierra, es un anticipo de la victoria del Señor sobre la idolatría.

Sólo Dios es Dios.

La acción de Dios, grande y gratuita, responde a la acción de la mujer, humilde, sencilla y confiada. Amor por amor. Milagro por fe. Como hemos cantado en el Salmo: el Señor hizo milagros en mi favor, y el Señor me escuchará cuando lo invoque.

El Evangelio nos invita a ser la sal de la tierra y la luz del mundo. ¿Qué nos quiere decir el Señor con esto? Nos lo ha dicho al final del Evangelio: Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre.

No se trata de explicar qué es la luz, sino de ser luz, y no con arrogancia, sino con humildad; no cayendo en la vanidad autosuficiente, sino buscando siempre la gloria de Dios.

Que en este tiempo de gracia también tú puedas orar con el Salmo: Escúchame cuando te invoco, Dios de mi justicia; tú que en el aprieto me diste anchura, ten piedad de mi y escucha mi oración… Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor, y el Señor me escuchará cuando lo invoque… Tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría que si abundara en su trigo y en su vino.

¡Ven Espíritu Santo! 🔥  (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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