Martes, 6 de julio de 2021

Santa María Goretti

Lecturas:

Gn 32, 23-33.  Te llamarás Israel, porque has luchado con Dios y has vencido.

Sal 16.  Yo con mi apelación vengo a tu presencia, Señor.

Mt 9, 32-38.  La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos.

En la primera lectura escuchamos el relato de la lucha de Jacob con Dios en el vado de Yaboc.

Dice Catecismo que la tradición espiritual de la Iglesia ha tomado de este relato el símbolo de la oración como un combate de la fe y una victoria de la perseverancia (n. 2573).

En 2011, Benedicto XVI nos dio una hermosa catequesis sobre este texto.

En ella nos dice que el texto nos habla de la larga noche de la búsqueda de Dios, de la lucha por conocer su nombre y ver su rostro; es la noche de la oración que con tenacidad y perseverancia pide a Dios la bendición y un nombre nuevo, una nueva realidad, fruto de conversión y de perdón.

Toda nuestra vida es como esta larga noche de lucha y de oración, que se ha de vivir con el deseo y la petición de una bendición a Dios que no puede ser arrancada o conseguida sólo con nuestras fuerzas, sino que se debe recibir de él con humildad, como don gratuito que permite, finalmente, reconocer el rostro del Señor.

Y cuando esto sucede, toda nuestra realidad cambia, recibimos un nombre nuevo y la bendición de Dios

Más aún: Jacob, que recibe un nombre nuevo, se convierte en Israel y da también un nombre nuevo al lugar donde ha luchado con Dios y le ha rezado; le da el nombre de Penuel, que significa Rostro de Dios. Con este nombre reconoce que ese lugar está lleno de la presencia del Señor, santifica esa tierra dándole la impronta de aquel misterioso encuentro con Dios.

Quien se deja bendecir por Dios, quien se abandona a él, quien se deja transformar por él, hace bendito el mundo.

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo!  (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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