Martes, 31 de agosto de 2021

Lecturas:

1Tes 5,1-6.9-11. Murió por nosotros para que vivamos con él.

Sal 26. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida

Lc 4, 31-37.  ¡Cállate y sal de ese hombre!

San Pablo nos anima a no vivir en tinieblas para poder vivir con esperanza. Porque Dios nos ha creado por amor y para vivir con Él para siempre, Dios no nos ha destinado al castigo, sino a obtener la salvación por medio de Jesucristo.

Por eso estamos llamados a vivir en la confianza. Lo hemos cantado en el Salmo: Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?

Y, ¿qué hemos de hacer para heredar la vida eterna? También nos lo dice hoy la Palabra:

Vivir como hijos de la luz, iluminados por la Palabra de Dios que, como hemos cantado en el Aleluya, no es una simple palabra humana: sino Palabra de Dios. Por tanto, esta Palabra no es una simple opinión que si te gusta o te convence la tomas o si no la dejas.

Y es una Palabra que tiene poder, que cuando se proclama se cumple. Así, si tú acoges con fe esta Palabra, la verás cumplida en tu vida. Si crees, ¡verás la gloria de Dios!

En el Evangelio, vemos a un hombre que tenía un demonio que, ante la presencia y predicación de Jesús, se siente amenazado por Él y le grita. Jesús le ordena callar y le manda salir.

Jesucristo puede expulsar demonios porque Él es el Señor, y para eso ha venido: para obtener la victoria definitiva sobre Satanás por su cruz y resurrección y liberar a los que por miedo a la muerte, pasan la vida entera sometidos como esclavos (cf. Heb 2, 14-15).

Los demonios nos atacan ordinariamente por medio de las tentaciones, de la soberbia y el orgullo que nos lleva a querer ocupar el lugar de Dios, de la mentira y el engaño, de la codicia y el materialismo, del odio, el resentimiento y el rencor…

Pero no has de escuchar la voz del demonio, sino gritarle: ¡cállate!, cuando quiera marearte y hacerte dudar del amor de Dios, o que te rebeles contra su Palabra.

Por eso, ¡no tengas miedo! ¡Conviértete y cree en el Evangelio! ¡Pon toda tu vida bajo el Señorío de Jesucristo! , sed humildes ante Dios, pero resistid al diablo y huirá de vosotros. Acercaos a Dios y él se acercará a vosotros (cf. Sant 4, 7-8).

Y animaos mutuamente y ayudaos unos a otros a crecer. No quedándote solo, sino viviendo la fe en comunidad, en la Iglesia.

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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