Martes, 30 de agosto de 2022

Lecturas:

1 Cor 2, 10b-16.  A nivel humano uno no capta lo que es propio del Espíritu de Dios.

Sal 144, 8-14.  El Señor es justo en todos sus caminos.

Lc 4, 31-37.  Sé quién eres: el Santo de Dios.

La Palabra hoy nos invita a la conversión al Espíritu Santo. San Pablo, en la primera lectura, nos habla del Espíritu Santo y de la vida en el Espíritu.

Porque ser cristiano no es una obra que has de hacer tú, en tus fuerzas. Ser cristiano es dejarte hacer por el Espíritu Santo, dejar que Él reproduzca en ti la imagen de Jesucristo, como Él quiera. El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia, de la vida cristiana.

Sin el Espíritu Santo: Dios está lejano; Cristo pertenece al pasado; el Evangelio es letra muerta; la Iglesia es una simple organización; la autoridad, una dominación; la misión, mera propaganda; la liturgia, un recuerdo muerto; el actuar cristiano, una moral de esclavos.

Pero en el Espíritu Santo: el cosmos gime hasta que dé a luz el Reino; Cristo ha resucitado y está vivo; el Evangelio es experiencia y vida; la Iglesia es signo de la comunión trinitaria; la autoridad, un servicio liberador; la misión, un nuevo Pentecostés; la liturgia, memorial y anticipación; el actuar humano, gracia y libertad (cf. Ignacio Hazim, Patriarca greco-ortodoxo de Antioquía y de todo Oriente).

Lo íntimo de Dios lo conoce solo el Espíritu de Dios. El Espíritu con el don de piedad nos hace conocer al Padre, disfrutar del Padre por medio de la oración, una oración no rutinaria sino ungida; nos hace vivir como hijos, abandonados en los brazos del Padre; gozando cada día de su amor gratuito, fiel e incondicional; y nos hace vivir como hermanos mirando al otro como el Padre lo mira: con misericordia.

Ser cristiano no es un moralismo. Es vivir la vida en el Espíritu: es vivir una presencia personal, Alguien que habita en ti; que da testimonio a tu espíritu de que eres hijo amado de Dios (cf. Rom 8). El Espíritu es luz que penetra las almas, fuente del mayor consuelo, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos (cf. Secuencia de Pentecostés).

Yo abro brecha delante de vosotros (Cf. Miq 2, 12-13).

¡Ven Espíritu Santo! 🔥 (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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